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El individuo, que camina a paso ligero, con la mirada al frente y sin ser esposado, es Miguel Ángel Treviño Morales, alias el Z40

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El individuo, que camina a paso ligero, con la mirada al frente y sin ser esposado, es Miguel Ángel Treviño Morales, alias el Z40

Era el 15 de julio de 2013 y el capo acababa de ser detenido por la Secretaría de Marina en un camino de terracería al norte de Nuevo León.

Señalado por los gobiernos de México y de Estados Unidos como el líder de Los Zetas durante el periodo más violento de esta organización delictiva, al día de hoy Treviño Morales permanece recluido en México.

Pero a ocho años de su detención, los múltiples crímenes de los que se le acusa en ambos países, están lejos de ser esclarecidos. La justicia permanece ausente.

La madrugada del 14 de marzo, una noticia sacudió al aparato de seguridad en México y Estados Unidos: miembros del Ejército mexicano detuvieron a Juan Gerardo Treviño Chávez, alias “El Huevo”, en Nuevo Laredo Tamaulipas.

Esa noche, la ciudad fronteriza fue escenario de tiroteos, incendios y bloqueos.

Treviño Chávez es sobrino del Z-40 y es señalado por autoridades en México y Estados Unidos como el heredero en el liderazgo del Cártel del Noreste, escisión emanada de Los Zetas. Reportes de prensa lo ubican como el posible “último pilar” de la organización criminal originaria de Nuevo Laredo. A diferencia de sus tíos, que permanecen en México, el Huevo no duró ni 48 horas en territorio mexicano.

De nacionalidad estadounidense, Treviño Chávez fue procesado y rápidamente trasladado a la frontera norte por elementos de la Fiscalía General de la República, quienes lo entregaron a las autoridades norteamericanas.

En Estados Unidos el hecho se reportó ampliamente, Mientras que en México el gobierno celebró su detención.

De acuerdo con la narrativa oficial, impulsada desde ambos países, la detención de «El Huevo» representa un fuerte golpe a la estructura criminal del llamado Cártel del Noreste. Sin embargo, la figura clave detrás de la operación de la red delictiva de origen tamaulipeco permanece detenido en México, sin ser condenado aún por los graves crímenes que se le imputan. Esa figura es Miguel Ángel Treviño Morales alias el «Z-40», tío de Juan Gerardo.

Al Z-40 se le atribuye responsabilidad en las masacres de San Fernando, Tamaulipas, en 2010 y 2011. Se se señala como el autor de la masacre de Allende, en Coahuila, así como de popularizar la desaparición de sus rivales a través de la disolución de cuerpos en ácido. El total de víctimas resultado de la violencia del Z-40, es prácticamente incalculable.

Al momento de su detención, que por cierto, nunca fue aclarada en su totalidad, el gobierno mexicano ofrecía 30 millones de pesos por información que condujera a su captura. El de Estados Unidos: 5 millones de dólares.

Sin embargo, algo no cuadra. A pesar de haber sido señalado en ambos lados de la frontera como el criminal más peligroso y despiadado de México, cuya organización operaba en al menos 14 estados de la República, el Z-40 no ha sido extraditado a Estados Unidos, como sí lo han sido otros famosos capos.

De hecho, el Departamento de Estado norteamericano nisquiera ha iniciado trámites para solicitar su extradición, pese a la valiosa información que posee el Z-40.

En lugar de ser extraditado, Treviño Morales ha sido transferido de centro penitenciario en más de 15 ocasiones.

Apenas en 2021, un reportaje publicado por Milenio dio cuenta del enorme poder que mantenía el capo dentro del penal donde se ubicaba, razón por la que fuera trasladado al Cereso de Chiapas, donde se encuentra actualmente.

Mientras tanto, con excepción de avances menores, su proceso judicial en México continúa sin mayores avances.

La gran pregunta es, si la justicia mexicana no ha podido avanzar en el caso del ex líder zeta, ¿Por qué no ha sido extraditado a Estados Unidos?

Cabe mencionar que un juicio -o incluso una sentencia en Estados Unidos- tampoco asegura es esclarecimiento del caso. Como muestra, los casos de nueve ex integrantes de Los Zetas que han colaborado con la justicia estadounidense a cambio de reducciones en sus sentencias. O el juicio de Joaquín El Chapo Guzmán. Que tampoco reveló mucho.

El caso del Z-40, pero también el de su hermano, el Z-42, y el de su sobrino, “El Huevo”, apoyan la tesis de que, ni en México ni en Estados Unidos, existe un interés compartido por desmantelar las amplias redes de crimen transnacional que operan en ambos de sus territorios y sistemas financieros.

Por un lado, desde que inició la Guerra contra las Drogas hace más de 40 años, la oferta de estupefacientes en Estados Unidos no solo no se ha reducido, sino que se ha incrementado e incluso se ha diversificado.

Es decir, si se considera esa variable, la guerra contra las drogas es un rotundo fracaso en ambos lados de la frontera. Pero si se miden otras, la guerra contra las drogas es un todo un éxito.

Mientras tanto, en México, el país de los 95 mil desaparecidos, los crímenes más graves cometidos por los Zetas bajo el mando de los Treviño, no han sido esclarecidos. A casi diez años de la detención de su líder más violento, las promesas siguen siendo promesas.

 

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