4 MUERTOS,4 HERIDOS, CARTEL de SINALOA REVIENTA FIESTA a PLOMAZOS
Mientras la burocracia armada en uniformes pixelados del gobierno federal busca traducir en éxito capturas e incautaciones que no se traduce en seguridad,presumiendo un día sí y otro tambien su estrategia “cuentachiles”, la realidad «cuentamuertos» salpica de sangre fresca con ejemplos nunca faltan en Culiacán.
Anoche mismo, justo en medio de esa farsa de control militar, una fiesta terminó en velorio: un grupo armado reventó la colonia Lázaro Cárdenas, se bajó a tiros y acabó con la vida de cuatro personas (una mujer y tres hombres), dejando heridos por bala a otros cuatro, incluida una menor de edad. El convivio quedó cruzado por la metralla,mientras autoridades acordonan la zona, peritos marcan casquillos y las familias rellenan hospitales saturados, con camillas en el pasillo porque ni de morir en paz hay garantías.
Pero esto no es mas que la continuación de la “Ola”, como define NOROESTE a ese baño de sangre que nos recuerda que la matemática del desastre se lleva en decimales: 2,296 homicidios dolosos (5.4 diarios, una métrica digna de Guinness, pero en tragedia), 2,207 personas privadas de la libertad (un pequeño ejército perdido, 5.2 diarios), 8,154 vehículos robados (19.2 al día, porque hasta el parqueo tiene fecha de caducidad), 1,871 personas detenidas (a 4.4 por jornada, para que no falte show en el boletín) y 158 personas abatidas, la cifra testimonial de la “mano dura” que todo lo compone echando balas, como si eso pegara de vuelta los pedazos rotos del país.
¿Para qué sirve entonces la estrategia donde nada se traduce en seguridad? Para recitar estadísticas mientras la muerte interrumpe fiestas, para celebrar capturas y detener a nadie, para llenar partes de guerra mientras el horror avanza sin obstáculos.
Cada reporte de la “Ola” destila fracaso, y cada suma alimenta la sospecha de que estos números no son para indignar, sino para administrar la desgracia desde una fría oficina mañanera en el ZOCALO. de la CDMX. Porque al final, en el palacio, alguien sigue contando muertos mientras afuera siguen acabando fiestas a balazos, dejando claro que aquí, la cuenta nunca termina.