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HALLAN MUERTO a IVAN y TENIA 18

- 19:42:00

 

La cifra de 129,335 personas desaparecidas y no localizadas en México, y 13,497 solo en Tamaulipas, no es solo un dato estadístico: es el retrato de una tragedia nacional que parece no conmover a quienes deberían responder con urgencia y humanismo.

¿A quién le importa?

El gobierno cuenta a los desaparecidos, pero rara vez acompaña a las familias en la búsqueda,es mas, nunca los busca,no le importan, porque gobernantes “tienen atrofiada la capacidad de sentir empatia,tienen anestesiada la sensibilidad por tanta pudrición en sus ligas con el crimen organizado.

Analogías a la barbarie

Una fosa común invisible: Cada desaparecido es un nombre borrado del registro civil de la vida, como si en México existiera una fosa común invisible donde la ausencia se vuelve rutina y el dolor, paisaje.

Tamaulipas esta lleno de nombres sin cuerpo y cuerpos sin nombre.

Un contador de víctimas sin freno: El país se parece a un reloj que, en vez de marcar la hora, suma víctimas. Cada “uno más” en Reynosa, como Iván Alexander Herbert Vázquez, es el tic-tac de una maquinaria de impunidad y olvido.

Un grito ahogado en el desierto: Las familias buscan en colonias, parajes, carreteras, como quien clama en el desierto esperando un eco que nunca llega.

El Estado, ausente, solo responde con cifras y protocolos que rara vez salvan vidas o devuelven cuerpos.

La costumbre del horror: El Cártel del Golfo o Zetas han convertido el “levantón” en una palabra cotidiana usada para ejercer control territorial, incluso contra el mismo gobierno que les teme, nadie quiere una bandera en el féretro,y se entregan de “puerco completo” a sus deseo$.

El terror se vuelve costumbre y la indignación se apaga, como si vivir entre desaparecidos fuera parte del contrato social.

El caso de Iván: Uno más, pero no uno menos

El hallazgo del cuerpo de Iván Alexander, un joven de 18 años que salió a divertirse y nunca volvió, es la historia repetida de miles. Su muerte es el símbolo de una violencia estructural que mata incluso antes de arrebatar la vida: la violencia de la indiferencia, la burocracia, el miedo y la costumbre

¿Quién cuenta a los que buscan?

Mientras el gobierno minimiza y la sociedad normaliza, las familias son las que realmente cuentan: cuentan los días, las horas, los pasos dados en la búsqueda, los teléfonos hallados en la carretera, la ultima ubicación visible,los cuerpos encontrados en terrenos baldíos. Ellas son la resistencia ante la barbarie, el recordatorio de que detrás de cada cifra hay una vida, una historia, un país que no puede ni debe permitirse acostumbrarse al horror al que los tiene sometido, mas que los criminales,el gobierno, las autoridades capturadas por el crimen organizado.

Mecanismo biológico de la falta de empatía del Gobernador y las autoridades

La falta de empatía del gobernador Americo Villarreal y su circulo mas cercano de quienes ejercen poder como autoridades y funcionarios, tiene raíces tanto sociales como biológicas.

1. Cambios en el cerebro por el poder

El ejercicio prolongado del poder puede alterar ciertas zonas cerebrales, especialmente aquellas relacionadas con la empatía, como la corteza prefrontal y la amígdala.

El aumento de testosterona asociado al poder disminuye los receptores de empatía en el cerebro, lo que reduce la capacidad de ponerse en el lugar del otro.

Con el tiempo, una persona que inicialmente era empática,en este caso el gobernador, perdio esa cualidad al estar expuesta a situaciones de poder, volviéndose más fría e insensible ante el sufrimiento ajeno y mas propenso a las ligas con el crimen organizado.

2. Disfunciones en áreas cerebrales

Las regiones más afectadas suelen ser la amígdala (procesamiento emocional), el sistema límbico (memoria y emociones) y la corteza prefrontal (autoconciencia y reflexión).

Una menor activación en estas zonas dificulta la comprensión de las emociones ajenas y la autocrítica, lo que facilita conductas autoritarias y la falta de remordimiento por decisiones que afectan negativamente a otros.

Además, la desconexión entre el sistema límbico y la corteza prefrontal impide procesar y regular adecuadamente las emociones, generando frialdad emociona.

 

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