Los enfrentamientos armados estan incontenibles en Culiacán,Sinaloa y el ocurrido ayer domingo ya se han vuelto parte de la cotidianidad. Aunque el Día del Padre prometía una mañana de celebración, para muchos habitantes quedó marcado como otro episodio sombrío en una ciudad que parece no despertar de su pesadilla en una ciudad donde hay mas militares que turistas y ya se cuentan por miles.
Madrugada de terror
La ciudad apenas despertaba este domingo, Día del Padre, cuando el eco de los disparos sacudió a los vecinos de la colonia Tierra Blanca. Eran las 3:30 de la madrugada del 15 de junio cuando el estruendo de las ráfagas interrumpió el sueño y marcó el inicio de una jornada que, en lugar de celebraciones familiares, dejó miedo, muerte y destrucción.
Más de 20 minutos duró el enfrentamiento armado entre civiles,segun reportes ciudadanos y un fragmento de este fue videográbado por los propios criminales, según reportes ciudadanos.
El intercambio de fuego se escuchó con fuerza en distintas calles del sector. A las 4:00 aún se oían detonaciones.
“Me acuerdo que fue como a las 3:30 cuando se escucharon los ráfagas… No supimos qué pasó, pero duraron bastante y las autoridades llegaron tarde”, narró un residente con voz cansada, sin sorpresa, como quien ya ha vivido esto más veces de las que quisiera.
La respuesta y la escena del crimen
Con el amanecer llegaron las patrullas. La Guardia Nacional y la Policía Estatal cerraron accesos, y un convoy de seguridad comenzó a inspeccionar las calles donde yacían los cuerpos y los rastros del tiroteo.
En la avenida Álvaro Obregón, entre Sociólogos y Arquitectos, se hallaba el corazón de la escena: una camioneta blanca Jeep Wagoneer, blindada de forma artesanal, impactada contra una distribuidora de hielos. Lo que llamó la atención de todos fue su techo, modificado con una base para montar una ametralladora que se presume es una M2 Browning calibre .50 y en el interior, el cadáver de un civil abatido.
Los vecinos salieron poco a poco, algunos por curiosidad, otros con temor, y varios más con frustración. El tráfico se volvió lento; la cinta amarilla cruzaba las calles; los comercios, como cada domingo, querían abrir. Pero no pudieron.
Resistencia y resiliencia
“Siempre nos ponemos desde la mañana, pero hoy no se pudo”, dijo doña Martha (nombre ficticio por seguridad), dueña de un local de tacos. Junto a su familia, esperó horas refugiada bajo una techumbre improvisada. No se resignó: sacó un toldo, algunas mesas y comenzó a calentar carne en la parrilla, decidida a no dejar morir el día.
Mientras tanto, elementos de la Fiscalía General del Estado levantaban evidencias. Peritos recogían casquillos, cientos, tal vez más de mil, que quedaron esparcidos por calles, banquetas y patios. Llenaron bolsas, las intercambiaban, volvíán a llenar más. También se localizaron partes de equipo táctico abandonado: rodilleras, cartucheras, fragmentos de vidrio blindado, vestigios de un combate urbano.
Una ambulancia de la Cruz Roja atendió a una cuarta persona involucrada que resultó herida y fue trasladada con vida. Más tarde, el Servicio Médico Forense levantó los cuerpos de tres personas fallecidas, una de ellas en el interior de la camioneta artillada.
Restablecimiento y secuelas
Pasadas las 10:00 horas, una grúa de la Policía Estatal retiró el vehículo modificado. Los curiosos seguían mirando desde lejos, sin apartar la vista. A las 11:00, finalmente, las autoridades reabrieron las calles. Pero el recuerdo del enfrentamiento seguía presente.
La escena aún mostraba huellas del ataque: cortinas metálicas destruidas, cristales rotos, impactos de bala en paredes y vidrios de negocios. Un taller cercano tenía una unidad dañada; en la distribuidora de hielos, las puertas ya no cerraban. Y en el asfalto, aún sin limpiar, brillaban al sol los restos de una madrugada violenta.
Eran las 11:30 cuando el sol alcanzó su punto más alto. Las familias salían a desayunar, los comercios abrían a medias, los corredores del medio maratón “Serdi 2025” tomaban agua tras su esfuerzo. Pero nada quitaba el peso del día. La violencia, otra vez, había ganado el amanecer.
Mensajes Implícitos de la Desfachatez
Control Territorial
Montar un arma de largo alcance en un vehículo y operar en áreas urbanas sugiere que los grupos tienen control sobre el territorio o, al menos, que pueden operar con impunidad en ciertos momentos y lugares. Es una forma de marcar territorio y advertir a rivales y autoridades.
Desafío a la Autoridad
La exhibición pública de armamento pesado y vehículos blindados en plena ciudad es un claro acto de desafío a las fuerzas del orden y al Estado. Señala que los grupos delictivos no solo no temen a la autoridad, sino que buscan demostrar su capacidad operativa y su control sobre ciertas zonas.
Browning M2 .50 Caliber Machine Gun
Calibre: .50 BMG (12.7 mm)
Tipo: Ametralladora pesada, automática, refrigerada por aire
Acción: Corto retroceso operado
Alimentación: Banda de munición desintegrable
Peso (arma): 38 kg (M2HB, Heavy Barrel)
Longitud de cañón: 1,143 mm (aprox. 45 pulgadas)
Cadencia de tiro: 450–850 disparos por minuto
Alcance efectivo: Hasta 1,800 metros
Velocidad inicial: 2,900 pies/segundo (aprox. 880 m/s)
Usos: Anti-personal, anti-material, anti-aéreo, montaje en vehículos y trípodes
Versiones destacadas: M2HB (Heavy Barrel), M2A1 (cambio rápido de cañón)
Jeep Wagoneer (modelos recientes)
Motor: 3.0L I6 Hurricane Twin Turbo (420 hp, 468 lb-ft de torque)
Transmisión: Automática de 8 velocidades
Tracción: Trasera estándar, tracción en las cuatro ruedas opcional
Capacidad de pasajeros: Hasta 8
Remolque máximo: Hasta 10,000 lbs (4,536 kg)
Ancho: 83.6 pulgadas (sin espejos, 2.12 m); 94.0 pulgadas con espejos
Altura: 75.6–79.7 pulgadas (según versión, 1.92–2.02 m)
Peso en vacío: 6,190–6,244 lbs (2,810–2,832 kg, según versión)
Tecnología: Sistema Uconnect 5, cámaras 360°, entretenimiento para pasajeros, asientos calefactados/ventilados, múltiples pantallas.
Operativo fallido
De poco sirvió el operativo especial anunciado con bombo y platillo por el cuentachiles Omar Garcia Harfuch y el ejercito.
A pesar del despliegue militar y de patrullajes reforzados en los seis sectores en los que está dividida la ciudad —una estrategia presentada como medida para ampliar la cobertura y mejorar la capacidad de respuesta ante posibles delitos—, los hechos demostraron lo contrario: la violencia se impuso desde la madrugada y la promesa de un festejo en paz se desmoronó entre ráfagas y calles acordonadas.