Algunas de las estrictas reglas que El Mencho impone a sus Sicarios; no asesinar sin una ordenen, Militares desertores se encargan de que se cumpla
Las leyes son normas establecidas por una autoridad superior para regular aspectos de las relaciones sociales. En el hampa, sin embargo, la ley es otra cosa. Sujeta a reglas armadas que tienen que ver muy poco con nuestro marco legal, pero que al mismo tiempo hacen funcionar una maquinaria impresionante de dinero y drogas.
Dentro del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) las normas son tan duras como sencillas. Francisco, un ex sicario del CJNG entrenado en una comunidad de Talpa de Allende, en Jalisco, narró para Telemundo las leyes del narco.
La entidad tapatía, de aproximadamente 7 millones de habitantes, está localizada al oeste de México y bordea el océano Pacífico. Es conocida por su mariachi y tequila. Pero también, por las 9,888 personas desaparecidas y las 1,455 víctimas de homicidios. Ahí el CJNG se mueve impune.
Su líder, Nemesio Oseguera Cervantes, el “Mencho”, creció profesionalmente al amparo de uno de los secuaces de Joaquín Guzmán Loera, Ignacio Coronel. En Michoacán y Jalisco, el “Mencho” aprendió el negocio.
Escurridizo como otros “señores del narco” (Ismael Zambada, el “Mayo” o Rafael Caro Quintero), Oseguera ha preferido las balas.
Oseguera Cervantes ordena a la gente que trabaja con él en el grupo delictivo: “no consumir drogas no alcohol, no encariñarse con ningún compañero, no mostrar el arma en público, no matar sin una orden del jefe y no reclutar a mujeres ni niños menores de 12 años”, afirma Francisco.
Hay reglas básicas, sin embargo, como no ser chismoso o decir siempre la verdad.
De acuerdo a la versión del exmiembro del CJNG, los encargados de hacer respetar estas “reglas de oro” son militares desertores de fueras de seguridad mexicanas y extrajenras.
“El alto mando se había comprado a marinos de un grupo de élite. Hay navys de los Estados Unidos, hay fuerzas Delta, hay de todo ahí”.
El Cártel Jalisco Nueva Generación surge del Cártel de Sinaloa y Los Cuinis, y de los restos del extinto Cártel del Milenio. En julio de 2010, luego de la muerte de Nacho Coronel, uno de los lugartenientes más importantes de el “Chapo” Guzmán, la estructura delictiva de esta agrupación que dependía del Cártel de Sinaloa, se fragmentó en dos células: La Resistencia y el CJNG, liderado por Erick Valencia Salazar y el “Mencho”, ambos lugartenientes de Nacho Coronel.
Entonces se desató una guerra entre La Resistencia y el CJNG para tomar el control del trasiego de drogas a través del Pacífico, principalmente por el puerto de Manzanillo, en Colima.
Ese mismo año, el grupo criminal que lograría derrotar a La Resistencia continuó su expansión a Michoacán, Morelos, Guerrero y Veracruz, donde se hicieron llamar los Mata-Zetas. En marzo de 2012, Valencia Salazar fue detenido por elementos del Ejército mexicano, asumiendo posteriormente el liderato el “Mencho”.
La violencia y la corrupción perpetradas por “los jaliscos” han sido clave para la rápida expansión de su imperio criminal.
En 2015, el Departamento del Tesoro incluyó a Oseguera Cervantes en su lista negra de narcotraficantes. Desde entonces, advirtió que el capo había aprovechado el debilitamiento de otros cárteles para expandirse.