Culiacán, Sinaloa.- Al cumplirse el primer aniversario de la emboscada que dejo a cinco militares muertos y 11 lesionados, la autoridad federal respondió con detenciones y aseguramientos, pero nunca dio con el arresto de todos los participantes.
Los hechos que marcaron a las fuerzas armadas, dejó detrás otra ola de violencia en Sinaloa.
El atentado sucedió aquella madrugada del 30 de septiembre cuando un convoy de militares trasladaban a Culiacán al supuesto delincuente Julio Oscar Ortiz Vega, alias “El Kevin”, quien había sido lesionado en un enfrentamiento con militares en el poblado de Bacacoragua, Badiraguato.
El día de la agresión.
Las autoridades captaron con las cámaras de la salida norte de Culiacán, los segundos previos al ataque al convoy militares. Pero nunca nadie esperaba eso.
Las versiones dadas a conocer por la entonces Procuraduría de Justicia, esa madrugada, los soldados eran esperados por varios sujetos fuertemente armados, cuando al transitar a la altura del fraccionamiento Espacios Barcelona, los pistoleros atacaron y rescataron al detenido que era trasladado en una ambulancia de la Cruz Roja.
Ahí murió Cristian, el cabo que fue identificado como uno de los soldados que salvó de morir horas antes a “El Kevin”, al brindarle atenciones de primeros auxilios.
Los atacantes, acreditaron las autoridades investigadores, usaron hasta un rifle Barret M82, granadas y armas automáticas.
Los hechos causaron más relevancia, cuando el entonces comandante de la Tercera Región Militar, el General, Alfonso Duarte Múgica, afirmó que la autoría podría venir de los hijos del capo sinaloense, hoy extraditado a Estados Unidos, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, declaración que rápido trascendió.
¿RESPUESTA?
Tras estas muertes, las autoridades rápido respondieron con fuertes operativos, como los realizados en los poblados Paredones y Mirasoles, en Jesús María en Culiacán. En una rueda de prensa especial, donde se habló de la identificación de los presuntos autores, se informó del aseguramiento de armas largas, ranchos, casas, vehículos blindados, tractores, cuatrimotos, una clínica particular, arsenal de alto calibre que incluía lanzagranadas, cientos de celulares, relojes de la marca Rolex, y hasta animales como 12 caballos pura sangre, un toro cebú y un león. Sin embargo, fue el 18 de febrero, cuando se acusó, en un comunicado de Sedena, que quien había “ordenado y participado” en la agresión era Francisco Javier “N”, alias “Pancho Chimal”.
A este sujeto además se le señalaba por las autoridades federales como el “probable responsable de controlar la venta, distribución y trasiego de droga hacia a Estados Unidos”. Este fue arrestado en una operación especial en Culiacán, el posición de dos millones de pesos y dos armas largas. Después, el 10 de junio, mediante un comunicado el gobierno federal reveló la detención de Jesús Rene “N”, conocido como “El 20” o “El Rino” a quien también acusó de coordinar y participar en la emboscada.
Persona a quien se le había hallado una arma larga, y droga diversa y en sus antecedentes se detalló que había formado parte de la Policía Municipal. Fue hasta el 22 de junio cuando se daba cuenta de otro arresto importante.
El gobierno federal informaba de la captura en el fraccionamiento La Rioja en Tijuana California, a quien identificó como Jorge Alberto “N”. A esta persona también se le vinculó con los hechos sucedidos ese dia, además del trasiego de droga a la unión americana. El hecho que cimbró el ánimo de las fuerzas castrenses de Sinaloa, fue visto desde el corazón del gobierno como uno de los golpes más cobardes contra la milicia. Se dimensionaba de nueva cuenta de lo que eran capaces los delincuentes a la hora de enfrentar al gobierno.