Jaque mate, la estrategia, alianza y jugada final de Los Chapitos
Iván Archivaldo, conocido como “El Chapito,” y Jesús Alfredo, alias “El Alfredillo,” Guzmán Salazar, han asumido las riendas de la facción más influyente del Cártel de Sinaloa tras la caída de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Sin embargo, los hermanos enfrentan desafíos internos y externos mientras intentan consolidar su liderazgo.
Inspirados por la antigua Federación de Cárteles, Los Chapitos buscan alianzas estratégicas con grupos criminales locales y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho.” Este intento de consolidación refleja una adaptación a los nuevos tiempos del crimen organizado en México.
Recuperando la «Federación»: Un plan de herencia criminal
El modelo de federación criminal no es nuevo. Fue implementado por figuras icónicas como Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo en los años 80 para coordinar operaciones y evitar conflictos internos.
Hoy, Los Chapitos intentan replicar este modelo, tejiendo una red de alianzas con grupos locales en el centro del país, incluida la Ciudad de México, Morelos y estados conurbados. Estas alianzas buscan garantizar el libre tránsito de drogas y reducir enfrentamientos entre cárteles, una estrategia que en su momento permitió a La Federación concentrar su poder.
El CJNG como aliado estratégico
El Cártel Jalisco Nueva Generación ha jugado un papel crucial en los intentos de expansión de Los Chapitos. Según el especialista José Luis Montenegro, esta colaboración obedece a una lógica pragmática: enfrentar juntos a enemigos comunes y asegurar rutas estratégicas.
La alianza entre Los Chapitos y el CJNG podría redefinir el mapa del narcotráfico en México, aunque también implica riesgos, dado el historial de tensiones entre ambas organizaciones.
A pesar de sus esfuerzos por unificar el cártel, Los Chapitos enfrentan desafíos internos. La captura de cabecillas como Ovidio Guzmán López y las constantes divisiones han fragmentado la organización en facciones como La Mayiza, Los Rusos y Las Flechas MZ.
Estas divisiones han generado enfrentamientos internos por el control de plazas estratégicas, como Sinaloa, debilitando la estructura central del cártel.
Montenegro sugiere que la «jugada final» de Los Chapitos podría ser establecer una negociación con la actual administración encabezada por Claudia Sheinbaum y su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch.
La relación entre Los Chapitos y el gobierno federal no es nueva. Desde el primer «culiacanazo,» donde Ovidio Guzmán fue capturado y liberado, se ha especulado sobre vínculos entre el Cártel de Sinaloa y figuras clave de la política mexicana.
De concretarse un pacto, esto podría llevar a una «pax narca,» una tregua tácita que permitiría al cártel operar bajo ciertas condiciones, similar a lo que ocurrió en épocas anteriores.
El impacto de las capturas en el narcotráfico mexicano
La captura de líderes como Ovidio Guzmán ha desestabilizado las estructuras tradicionales del narcotráfico. Sin embargo, lejos de pacificar el país, esto ha generado una fragmentación aún mayor, con capos de menor rango luchando por el control de las plazas.
Este fenómeno se repite en el Cártel de Sinaloa, donde la ausencia de líderes históricos como Ismael «El Mayo» Zambada ha propiciado el surgimiento de nuevos grupos con intereses independientes.
Un legado en juego: El futuro de Los Chapitos
Iván y Jesús Alfredo Guzmán enfrentan un desafío monumental. Mientras intentan consolidar una federación criminal y mantener su liderazgo en el Cártel de Sinaloa, deben lidiar con divisiones internas, la presión de las autoridades y las amenazas de cárteles rivales.
Su capacidad para adaptarse a las nuevas dinámicas del narcotráfico determinará no solo su futuro, sino también el del crimen organizado en México.