El intento de acabar rápido con caso de “ajusticiamiento express», le sigue ahora el «ajusticiamiento» de la escolta del rival politico en desgracia, que se atrevieron, como también lo hace el ejercito y las policias del pais,a matar al tirador de Manzo, cuando ya estaba sometido, incluso usando la pistola del propio adolescente asesino,lo que abona la hipótesis de un arrebato rabioso que de un cálculo previo frío.
Toda reconstrucción técnica y la narrativa invertida gritan lo que la fiscalía quiere susurrar: Víctor Manuel «N», el sicario adolescente, ya estaba sometido y desarmado cuando Demetrio «N», entonces jefe de la Policía Municipal, tomó la pistola del piso y lo despachó con tiro directo al pecho, a menos de 30 centímetros, apenas 13 segundos después de los balazos contra Manzo.
Nada de silenciar testigos molestos: lo mataron por simple furia, después de que ya no representaba amenaza. Los peritajes oficiales y videos presentados ante el juez lo evidencian de forma contundente.
La explicación del mando de que “todavía había forcejeo”,se quiebra ante los hechos. Los balísticos contradicen la versión del ex jefe policiaco de que disparó “a metro y medio”. Lo que resulta más bien es que, rodeado por Guardia Nacional y escoltas, alguien decidió cobrarse en caliente la afrenta del atentado, a plena luz y a plena cámara. Pura justicia de plaza pública, sin vuelta.
El paramédico que intentó auxiliar al tirador fue bloqueado por los escoltas; sólo la Guardia Nacional que previamente fue burlada por el ejecutor,le permitió acercarse , ya para certificar la muerte, no para salvar.
Mientras, en paralelo, el círculo de seguridad de Manzo era objeto de investigación por su omisión, no asi la de 14 guardias nacionales corresponsables de la omisión para impedir ejecución del sicario a sangre fría. Siete de los escoltas ya probaron el arresto por homicidio calificado en comisión por omisión.
Todo ocurrió ante una marea de testigos civiles y celulares grabando, subidos después a redes, donde quedó claro: el muchacho fue interpelado a gritos (“¿quién te mandó, hijo de tu puta madre?”), abaleado y rematado en el suelo, sin opción de supervivencia, con la motivación popular de la venganza. Las investigaciones asumen que el ejecutor pudo ser entregado a autoridades, pero prefirieron el linchamiento instantáneo: la prisa por cerrar carpetas sólo hace más nítido el hedor de impunidad.
Para agravar, el caso Manzo está cruzado por traiciones: la version oficial afirma que su círculo cercano tenía un topo que filtraba en tiempo real su ubicación al CJNG, quienes fondearon con dos millones de pesos el atentado, mientras el “autor intelectual” sigue en el Altiplano, enredado en más imputaciones para el siguiente round legal.
Aquí se dan cita la rabia bruta y el manual de la procuración de justicia a la mexicana: prisa por sepultar pruebas, circo mediático, y toda la cadena de mando en juicio, unos por acción, otros por omisión, pero todos.
El añadido: si el alcalde de Uruapan hubiese sido aliado de Morena y el Gobierno,este acto de matar,hubiese sido solo parte de la larga lista de ejecuciones extrajudiciales perpetradas por el ejercito y las policías,SIN CASTIGO.