POLICIA ESCOLTA de HIJO de ROCHA MOYA que FUE LEVANTADO por el CDS y ECHADO a la CAJUELA MURIO por HERIDAS de BALA
Alexander “Chuy” Rodríguez, policía estatal preventivo y escolta asignado a la seguridad de un hijo del gobernador Rubén Rocha Moya, murió tras ser secuestrado y luego “rescatado” en medio de un tiroteo que exhibió las torpezas de quienes privilegian capturas por encima de la vida y bienes de victimas,pero que ademas dejaron ver su grado de entrenamiento,muy lejos de un operativo profesional que pudo haber salvaguardado la vida del agente.
El contexto en clave irónica y crítica
El joven agente, de apenas 26 años, fue levantado un viernes cualquiera frente a su casa en la colonia Renato Vega Alvarado. Los malos llegaron, se lo llevaron y las autoridades activaron el “Código Rojo” como si en Culiacán eso aún sorprendiera. Minutos después, un rastreador GPS marcó el punto: el hombre estaba en la cajuela de un carro gris que corría por la ciudad.
El rescate que terminó en funeral
Las fuerzas conjuntas —Ejército, Marina, Guardia Nacional y Policía Estatal— siguieron el vehículo hasta la Avenida Álvaro Obregón. Dicen que los delincuentes abrieron fuego. Dicen también que el policía fue “rescatado”. Pero el resultado fue que Alexander salió de la cajuela gravemente herido, con heridas de bala y sin suficiente sangre para contarlo después.
Murió en el hospital, oficialmente “a pesar de los esfuerzos médicos”. Ninguna autoridad ha explicado de dónde vinieron exactamente los tiros que lo mataron. El parte oficial evita cuidadosamente esa pregunta clave: ¿lo mataron los secuestradores o lo remató el operativo?
El patrón de violencia alrededor del poder
El caso no es aislado. En menos de dos semanas, la camioneta donde viajaba la nieta de Rocha Moya fue baleada; otros escoltas resultaron heridos; un agente más murió en Aguaruto; y en Tepuche cayeron explosivos desde drones, como si Sinaloa ya jugara en otra liga de guerra híbrida.
Mientras tanto, las declaraciones oficiales siguen el mismo libreto: “No habrá impunidad”, “Se investigará hasta las últimas consecuencias” y demás frases administrativas que no detienen una sola ráfaga.