La guerra exploto, se cumple un año de la traición que lo cambio todo
El 9 de septiembre de 2024 marcó el inicio formal de una guerra interna en el Cártel de Sinaloa, un conflicto que ha transformado a la entidad en una zona de guerra, fracturado su tejido social y dejado cifras récord de homicidios, desapariciones, desplazamientos forzados y pérdidas económicas.
Lo que comenzó como una pugna entre las facciones de Los Chapitos, hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, y La Mayiza, grupo leal a Ismael “El Mayo” Zambada, se convirtió en una confrontación abierta, feroz y sin señales claras de resolución. Todo detonó semanas antes, cuando Zambada, uno de los fundadores del cártel, fue capturado en El Paso, Texas, en circunstancias que aún generan controversia.
El día que la guerra explotó
Al amanecer del lunes 9 de septiembre, habitantes de Culiacán despertaron con el estruendo de balas. Civiles armados instalaron bloqueos, incendiaron vehículos y desataron enfrentamientos contra fuerzas del orden. Un sargento del Ejército Mexicano murió en el tiroteo inicial. Fue el primer muerto en una guerra que, doce meses después, ha dejado al menos 1,827 homicidios y más de 1,800 desapariciones, según cifras oficiales.
Las clases fueron suspendidas, el transporte público se paralizó y se cancelaron incluso las celebraciones patrias del Grito de Dolores. El gobierno federal, encabezado entonces por Andrés Manuel López Obrador, desplegó refuerzos militares y de la Guardia Nacional. Sin embargo, el propio presidente minimizó la magnitud de la violencia, atribuyendo la cobertura mediática a intereses conservadores.
El conflicto dividió físicamente a la capital sinaloense. Barrios completos se alinearon con una u otra facción. Las calles se vaciaron al anochecer, escuelas cerraron en múltiples ocasiones y pueblos enteros, como El Palmito en Concordia, fueron evacuados. Las balaceras se volvieron parte del paisaje sonoro, y el miedo, un hábito.
La traición que lo cambió todo
Detrás del estallido de violencia está una traición que alteró el equilibrio interno del cártel. El 25 de julio de 2024, el Departamento de Justicia de EE.UU. anunció la detención de Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López, hijo del Chapo. Mientras este último se entregó voluntariamente, Zambada fue, según denunció en una carta, secuestrado y entregado por el propio Guzmán López en una emboscada disfrazada de reunión política.
“El Mayo” alegó haber sido engañado y trasladado por la fuerza a una pista clandestina, donde fue entregado a las autoridades estadounidenses. Desde prisión, responsabilizó a su ahijado de la traición. El mensaje fue recibido como una declaración de guerra. Días después, su hijo, Ismael Zambada Sicairos, alias “Mayito Flaco”, habría ordenado los primeros ataques contra integrantes de Los Chapitos.
La división entre ambas facciones no era nueva. Desde la extradición de El Chapo en 2017, Los Chapitos ganaron control operativo y financiero dentro del cártel, mientras Zambada mantenía su liderazgo tradicional desde las sombras. El testimonio de Vicente Zambada Niebla, hijo de El Mayo, como testigo en el juicio contra El Chapo, había sembrado sospechas años atrás.
La tensión era evidente. Culiacán recordaba con temor episodios como el “Culiacanazo” de 2019, cuando el intento de captura de Ovidio Guzmán paralizó la ciudad. Para los habitantes, la pregunta no era si habría guerra, sino cuándo.
Un año bajo fuego
Entre septiembre de 2024 y agosto de 2025, Sinaloa acumuló 1,827 homicidios, el promedio más alto en más de una década. El crecimiento fue vertiginoso: de 224 asesinatos en el primer semestre de 2024, la cifra se disparó a 883 en el mismo periodo de 2025.
Las desapariciones también se multiplicaron. De septiembre de 2024 a agosto de 2025 se registraron 1,868 personas desaparecidas, de las cuales más de 900 continúan sin ser localizadas.
El robo de vehículos, muchas veces utilizado por los grupos para sus operativos, alcanzó las 5,784 unidades denunciadas, con un aumento del 276% respecto al año anterior.
En términos económicos, la violencia provocó el cierre de hasta 7,000 negocios y la pérdida de más de 36,000 empleos formales. El turismo, la hotelería y el comercio reportaron caídas de hasta 70%. El Índice de Paz México 2025 estimó que el costo total de la violencia en Sinaloa fue de 122,000 millones de pesos.
La marcha por la paz
El pasado 7 de septiembre miles de sinaloenses salieron a las calles vestidos de blanco. La marcha por la paz, que reunió a más de 20,000 personas en Culiacán, fue convocada por organizaciones civiles y empresariales. La exigencia fue clara: alto a la violencia.
Carteles con frases como “¡Ya basta!” y “Queremos vivir sin miedo” ocuparon las avenidas principales. La presidenta Claudia Sheinbaum envió un mensaje de solidaridad, pero los ciudadanos reclaman más que gestos simbólicos: estrategias claras, efectivas y sostenidas.
Una guerra sin final a la vista
A un año del 9 de septiembre, Sinaloa vive bajo una “normalidad” marcada por el fuego cruzado. La disputa entre Los Chapitos y La Mayiza —alimentada por traiciones, ambiciones y acuerdos con autoridades extranjeras— mantiene a miles atrapados entre la violencia y la resignación.
Ismael “El Mayo” Zambada, desde prisión en Nueva York, se declaró culpable en agosto pasado de dirigir una red criminal durante cinco décadas. Admitió haber movido miles de millones de dólares en drogas. Aún así, sus súplicas por la paz no han sido suficientes para detener la maquinaria del conflicto que ayudó a fundar.