Intentó asesinar a Ovidio Guzmán
Un paquete de 26 generadores de violencia fueron enviados a Estados Unidos en un inesperado operativo que fue informado por el Gabinete de Seguridad la tarde del 12 de agosto. Algunos de los trasladados llevaban años intentando frenar su llegada al país vecino, mientras que otros no alcanzaron a cumplir ni siquiera un año en una prisión mexicana, tal y como es el caso de Pablo Edwin Huerta Nuño, alias El Flaquito.
El líder del Cártel de los Arellano Félix llevaba poco más de un mes recluido luego de haber sido detenido por fuerzas federales durante un cateo realizado a un inmueble en Tijuana, Baja California.
En territorio mexicano, Huerta Nuño contaba con órdenes de aprehensión vigentes, no obstante, no sólo autoridades estatales y federales seguían sus pasos, sino también estadounidenses y unos viejos rivales: Los Chapitos.
De acuerdo con información del Departamento de Justicia, El Flaquito llevaba alrededor de 15 años operando con plena impunidad, lo que le permitió contrabandear a Estados Unidos miles de kilogramos de metanfetaminas, fentanilo y cocaína que eran distribuidos en ciudades como San Diego y Los Ángeles.
La trayectoria delictiva de El Flaquito
Haberse ganado un lugar dentro del paquete de los 26 generadores de violencia entregados a Estados Unidos no fue casualidad para Pablo Edwin Huerta Nuño. Aunque su nombre y rostro no acaparan gran atención mediática como el de algún miembro del Cártel de Sinaloa, en Baja California su alias cuenta con una amplia reputación.
En diversas ocasiones el semanario ZETA documentó cómo la trayectoria criminal de El Flaquito se forjó con base en traiciones y negociaciones que lo llevaron a encabezar uno de los últimos remanentes de lo que un día fue el poderoso Cártel de los Arellano Félix.
La forma en la que Pablo Edwin Huerta Nuño coordinaba sus actividades de trasiego de drogas rápidamente le hicieron ganar enemigos dentro de otras organizaciones delictivas que también operaban en Tijuana, incluyendo el Cártel de Sinaloa.
El robo de algunos cargamentos de narcóticos en la ciudad fronteriza hicieron que El Flaquito entrara en el radar de los hermanos René y Alfonso Arzate García, antiguos colaboradores de Ismael El Mayo Zambada en Baja California.
La Rana y El Aquiles, como también son conocidos los aún miembros de La Mayiza, estuvieron detrás de un intento de acabar con El Flaquito, se trató de un violento episodio conocido como Cachanillazo ocurrido el 20 de noviembre de 2023 en Ensenada, cuando al menos una decena de personas perdió la vida.
Pablo Edwin Huerta Nuño volvió a ser objetivo de un ataque meses después en una farmacia localizada sobre Avenida Las Ferias del fraccionamiento Hipódromo. Nuevamente, las líneas de investigación abiertas por dicha balacera apuntó a las rencillas que sostenía con los hermanos Arzate García.
El intento de asesinato de Ovidio Guzmán
La volátil lealtad que Pablo Edwin Huerta Nuño juraba a otros líderes criminales lo llevaron a sostener un fugaz acuerdo con Los Chapitos luego de que Joaquín Guzmán Loera fuera extraditado y sentenciado en Estados Unidos. El encargado de cerrar dicha alianza con El Flaquito fue Néstor Isidro Pérez Salas alias El Nini, otrora lugarteniente de los hijos de El Chapo.
La prueba de dicha unidad comenzó a vislumbrar con una serie de asesinatos registrados en ciudades clave de Baja California, tales como Tijuana, Ensenada, Tecate, Mexicali y Rosarito, donde células delictivas comenzaron a disputarse el control de las plazas y sus respectivas economías criminales.
Por un lado, El Flaquito -abanderado por Los Chapitos- buscaba desplazar a células de El Mayo Zambada que habían tenido durante décadas un alto grado de influencia en la zona y, por otro, Ovidio Guzmán se había trasladado a la Ciudad de México con el objetivo de mantener un perfil lo más bajo posible.
Habían pasado alrededor de dos años desde que Fuerzas Federales se desplegaron en Culiacán con el objetivo de detener al que, equivocadamente, consideraron como la pieza más débil del Cártel de Sinaloa. Lo que autoridades no esperaron es que su intento por cazar a El Ratón en 2019 desataría una jornada de narcoterror que dejó como saldo decenas de muertos, narcobloqueos, enfrentamientos armados y pánico entre la sociedad civil.
El llamado Culiacanazo obligó al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador a ordenar la liberación del hijo del Chapo quien buscó mantenerse alejado de Sinaloa al trasladarse a la capital mexicana sin imaginar que sus enemigos también seguirían su rastro.
El 28 de octubre de 2021, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) detuvieron a cinco hombres que, tras una intervención a sus dispositivos móviles, descubrieron que habían arribado a la Ciudad de México con una misión: asesinar a Ovidio Guzmán López.
De acuerdo con la investigación a la que tuvo acceso el semanario ZETA, los detenidos llevaban días monitoreando las actividades de El Ratón e informándoselas a un líder que tras un par de diligencias tomó nombre y rostro: Pablo Edwin Huerta Nuño, El Flaquito.
Pese a que la agresión fue impedida, dicho dato resultó suficiente para que Los Chapitos pusieran un precio a la cabeza del líder del Cártel de los Arellano Félix, sin embargo, antes de que lograran su venganza, su aprehensión se adelantó.
Pese al cúmulo de enemigos que El Flaquito acumulaba, fue su propia trayectoria delictiva la que marcó su declive, llevándolo así ante la justicia estadounidense.