Se tirotearon y se mataron, tras plomazos quedaron 3 tirados bien plomeados en Sinaloa
La violencia que cesa en Sinaloa,dejo otros tres muertos como saldo de la confrontación entre grupos criminales ,que se tirotearon en medio de la respuesta tardía e insuficiente de las autoridades que siempre llegan “a la hora de los velorios”
Este esquema se observa claramente en el mas reciente enfrentamiento armado en El Limón de los Ramos,sindicatura de Villa Adolfo López Mateos El Tamarindo, al norte de Culiacán,donde tres jóvenes identificados como Brayan, Erick y Aarón fueron asesinados tras un tiroteo entre grupos rivales.
Detalles del caso y contexto
Enfrentamiento y víctimas: El enfrentamiento ocurrió la madrugada de ayer jueves 19 de junio de 2025, en la comunidad de El Limón de los Ramos, al norte de Culiacán. Se reportaron tres muertos, identificados posteriormente por medios locales como Brayan, Erick y Aarón.
Armamento y vehículos: Las autoridades localizaron vehículos con impactos de bala y equipo táctico, además de granadas de fragmentación sin detonar, lo que indica un enfrentamiento entre grupos armados y no un simple conflicto entre civiles.
Respuesta de las autoridades: Aunque elementos de la Guardia Nacional, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Estado y la Policía Estatal Preventiva acudieron al sitio, la percepción entre la población es que su intervención es limitada y llega cuando ya no queda nada por hacer más que resguardar la escena y levantar los cuerpos.
Narrativa mediática: Los medios destacan que, una vez más, la autoridad llega cuando el enfrentamiento ha terminado y las víctimas ya están muertas, lo que refuerza la sensación de impunidad y la normalización de la violencia entre grupos criminales.
Una y otra vez, un dia si y otro también
La narrativa de Rio Doce y otros medios locales subraya una dinámica recurrente: la violencia entre grupos criminales se resuelve en las calles, mientras que la presencia de las autoridades se reduce a labores de aseguramiento y levantamiento de cuerpos, sin una intervención efectiva para prevenir o detener los enfrentamientos antes de que ocurran. Esto alimenta la percepción de que el Estado ha cedido espacios públicos a la criminalidad y que la seguridad de la población depende más de la suerte que de la acción institucional.
Además, la identificación de las víctimas como jóvenes, la presencia de armamento de alto poder y la falta de información oficial sobre la investigación, refuerzan la idea de que estos hechos forman parte de una lógica de disputa territorial y control delictivo, en la que la autoridad es un actor secundario que llega “a la hora del velorio”.
Este patrón no solo ocurre en Sinaloa, sino que se replica en otras regiones del país, donde la violencia criminal se ha normalizado y la respuesta estatal se percibe como insuficiente o tardía. La falta de resultados concretos en las investigaciones y la impunidad que rodea estos casos contribuyen a la desconfianza ciudadana y a la sensación de abandono por parte de las instituciones que no se pueden proteger ni ellas.
En resumen, el caso de El Limón de los Ramos,es un ejemplo más de cómo la confrontación entre grupos criminales se resuelve con violencia extrema, mientras la autoridad llega a constatar los hechos pero no a prevenirlos o resolverlos, dejando una sensación de impunidad y desprotección en la población.