Dicen que él es la máquina que mueve cada gramo de droga que se trafica y que se consume no sólo en México, sino en más de 50 países.
Que fue su cuñado, un cubano mal parido, quien lo introdujo a la mafia y al asesinato. Que a fines de los años setenta contrabandeó las armas que facilitó la CIA a los contras nicaragüenses. Que fue él quien les enseñó las mañas al Señor de los Cielos y a Rafael Caro Quintero. Que con ayuda de los Arellano Félix, a quienes luego traicionó, construyó su poderío traficando por los túneles de Tijuana. Que lo han querido matar más veces que a Fidel Castro. Que es un ranchero desconfiado y manipulador, con oídos y ojos hasta por debajo de las piedras. Que la diabetes lo está dejando ciego.
Dicen que vive en uno de sus ranchos, el que queda a orillas de Culiacán, rumbo a Costa Rica, donde cabalga, toma cerveza Pacífico bien fría y dirige su imperio, uno que incluye numerosos negocios legales donde lava los millonarios ingresos que debe repartir entre los otros eslabones de la maquinaria: políticos, funcionarios, empresarios, banqueros, militares, policías y hasta periodistas. Dicen que financió las campañas de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto. Que es informante de la DEA. Que entregó a sus compadres Joaquín El Chapo Guzmán y Dámaso El Licenciado López porque siempre ha sabido leer el momento para pactar, pero sobre todo para traicionar. Que nadie pronuncia su nombre y sólo le llaman El señor del sombrero o El Quinto Mes. Que él, Ismael El MayoZambada García (Los Álamos, Sinaloa, enero de 1948), el narcotraficante que nunca ha pisado una cárcel en más de cincuenta años en el negocio, él, El Mayo, es el pinche diablo.
Bien dijo Juan Villoro que los narcos no tienen currículum, sino leyendas.
Y una de esas leyendas sobre El Mayo Zambada se la escuché a un cantante de narcocorridos hace unos años, cantante al que contacto mientras escribo este párrafo. Según él, una persona que trabajaba para El Mayo le pidió un favor: grabarle un corrido al Señor del sombrero. “Es una historia que está autorizada”, le dijo y le entregó la letra que traía escrita a puño en un papel. El cantante le metió música y le agregó heroísmo. Fue así como grabó Se quedaron con las ganas, donde se contradice la versión oficial de aquel 9 de septiembre de 2009, cuando se dijo que el vuelo 576 de Aeroméxico, procedente de Cancún había sido secuestrado al aterrizar en el aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Lo que habría sucedido realmente, de acuerdo con el cantante y el corrido, fue la intención de arrestar a Zambada.
“Ya lo daba por hecho Genaro García Luna, se repartieron el queso antes de ordeñar la vaca, devolvieron los ascensos, se quedaron con las ganas”, dice el corrido. “Según esto, le pidieron al señor que lo intercambiaban por su hijo Vicente, pero él se negó, hizo una llamada y se peló”, me dijo el cantante y me recordó que aquel día las televisoras mostraron en vivo el operativo de la Policía Federal. Ninguno vimos bajar a Zambada del avión después de acordó entregar a uno de sus escoltas, uno que hicieron pasar por pastor boliviano.
Otra leyenda que habla del poder que representa Zambada se la escuché a quien se presentó conmigo como uno de los fundadores de Los Zetas. Oficialmente, dicho Zeta está muerto. El gobierno federal anunció su “abatimiento” el 7 de mayo de 2014, meses después de que lo conocí en la cárcel de Chiconautla. Este Zeta fue quien me contó que, cuando su infame escuadrón pensó traficar drogas, lo primero que se les ocurrió fue eliminar a Zambada.
—¿Y por qué a él? —le pregunté al Zeta cuando volví a verlo en septiembre de 2018, en algún lugar de Veracruz, acompañado por un pastor del Estado de México. El Zeta me contestó:
—Porque El Mayo es el que controla cada gramo y cada dólar. Todos los cárteles debemos comprarle la droga a él. El Mayo tiene contadores en cada plaza.
—¿Qué les impidió eliminarlo?
—Que está bien protegido por todo el gobierno, y todo el gobierno era desde el presidente hasta los generales, y los comandantes. La famosa guerra de (Felipe) Calderón empezó porque nosotros, Los Zetas, quisimos quedarnos con el negocio que es del Mayo desde sabe qué pinche año.
La política y el crimen son un espejo: lo que sucede aquí, se refleja allá. Durante el gobierno de López Obrador, sin embargo, su némesis que es Zambada se ha mantenido a la distancia: el día en que arrestaron a Ovidio Guzmán, por ejemplo, Zambada decidió no involucrarse en los bloqueos y en las balaceras que desataron los medio hermanos de Ovidio para que lo liberaran.
La noticia de que la Unidad de Inteligencia Financiera va sobre el dinero legal del capo debe caerle a Zambada como balde de agua fría: es la primera vez que el gobierno mexicano ejerce una acción legal en contra de sus empresas legales, pese a que desde 2009 fueron boletinadas por el Departamento del Tesoro estadunidense. Porque leche, carne, trigo, atún, autos y casas es lo que nos ha estado vendiendo Zambada para lavar los narcodólares.
Según un funcionario cercano a López Obrador, éste quiere enviarle un mensaje a Zambada: “que no existe un Estado paralelo, sino un solo poder, y ese poder se llama Andrés Manuel”. Zambada tiene 72 años. A esa edad, con los hijos como testigos protegidos por el gobierno de los Estados Unidos, ¿quién quiere enfrentarse a un presidente, cuya popularidad sube a la misma velocidad del precio de la droga?