Saltillo, Coah.- El fenómeno de la desaparición forzada no es nuevo, como tampoco lo son las diferentes prácticas para deshacerse de los cuerpos y esto el Gobierno lo sabe muy bien. Durante la “Guerra Sucia”, emprendida por el Gobierno mexicano en los 60 y 70 contra los disidentes del régimen, el Estado desapareció, torturó y ocultó los cuerpos tan bien que jamás aparecieron.
Desmembrar cuerpos y enterrarlos en predios alejados o serranías poco transitadas, quemarlos en hogueras y deshacerlos en tambos llenos de ácido, subirlos en avionetas o helicópteros y arrojarlos al mar, presas o ríos, son parte de las prácticas que periodistas como Jacinto Rodríguez Munguía documentó en varios de sus libros, entre ellos La Otra Guerra Sucia.
Aquellos métodos para deshacerse de cuerpos fue copiado décadas después por el crimen organizado, cuando desapareció, torturó y asesinó, ocultando miles de cuerpos, que todavía hoy grupos civiles no encuentran, a pesar de emprender una búsqueda, para poner de tal modo un ejemplo a las autoridades.
Las familias de los desaparecidos han ido descubriendo poco a poco los cementerios clandestinos regados por Coahuila. Tenían conocimiento de que no sólo había restos enterrados, sino también arrojados a presas o ríos. El Grupo Vida se lo hizo saber a las autoridades pidiendo usar buzos para la búsqueda, pero no les creyeron.
La semana pasada una declaración de Omar Treviño Morales, el “Z-42”, preso en el penal de máxima seguridad del Altiplano, en Almoloya de Juárez, Estado de México, confirmó el dicho de las familias activistas.
“Busquen en presas”, les dio como respuesta el narcotraficante a miembros de la Fiscalía Especializada en Localización y Búsqueda de Personas Desaparecidas de Coahuila, a la pregunta sobre el paradero de cientos de personas desaparecidas por los Zetas en Coahuila. Ahora sí van a tener que utilizar buzos y hacerle caso a las familias de desaparecidos.