El Cártel Jalisco Nueva Generación está abandonando cadáveres en Puebla. Desde hace varios días, los cuerpos aparecen con mensajes escritos en la piel. Ayer dejaron otro en el pecho de un hombre que fue torturado de manera bestial.
El lunes apareció una narcomanta a unos pasos del Cereso de San Miguel. Anunciaba una “limpia” de Zetas y de funcionarios del sistema penitenciario estatal. Señalaba, también: “Ya llegó el Cártel de Jalisco”.
A finales de octubre pasado Puebla se estremeció con una inaudita ola de sangre que cubrió varios municipios y alcanzó su punto culminante en una clínica ubicada en la capital del estado.
En esa clínica, el líder huachicolero Jesús Martín Mirón, alias El Kalimba, se sometía a una intervención quirúrgica para cambiarse el rostro y algo más inesperado: las huellas dactilares.
Sin embargo, hombres armados lo sorprendieron en el lugar. Según las autoridades estatales, un familiar suyo lo había traicionado: se llamaba Irving Coeto y le apodaban El Irving.
Al Kalimba lo mataron a tiros y de paso asesinaron a su novia, a uno de sus guardaespaldas y al hermano del dueño de la clínica. Los asesinos huyeron, llevando consigo las cámaras de seguridad.
El Irving apareció tirado dos días más tarde, al lado de una carretera en Palmar de Bravo. Entre ambos hechos hubo un saldo de 20 muertos y un reguero de sangre.
No era sólo un pleito de pandilla entre huachicoleros. Desde enero de 2017 el gabinete de seguridad había informado que el Cártel Jalisco Nueva Generación disputaba a Los Zetas el robo de hidrocarburos en el llamado Triángulo Rojo, que entre otros abarca los municipios de Tepeaca, Palmar de Bravo, Acajete, Quecholac y Acatzingo.
En esa zona, sólo entre enero y septiembre de este año, se detectaron 860 tomas clandestinas. Las más numerosas (187) fueron halladas en San Martín Texmelucan, Tepeaca (162), Quecholac (101) y Acajete (74).
El enviado a librar esa guerra por parte del Cártel Jalisco Nueva Generación fue un sujeto identificado como Antonio Martínez, El Toñín. El especialista en temas de seguridad Eduardo Guerrero ha mostrado que la estrategia de control de territorios del CJNG se basa en el uso desmedido de la violencia.
No tardaron en aparecer los primeros muertos y descuartizados: formaban parte de la célula que comanda Roberto de los Santos de Jesús, alias el Bukanas, el líder Zeta más buscado en la entidad.
Al Bukanas se le acusa del asesinato de tres agentes antisecuestros, cuyos cadáveres torturados aparecieron en los límites con el estado de Veracruz.
La Marina ha desatado en su contra diversos operativos, algunos de los cuales derivaron en sangrientos tiroteos.
En julio pasado se le detectó en una bodega del municipio de Esperanza. No se logró su captura. Cinco presuntos sicarios perdieron la vida en la refriega.
El Bukanas se movió a Telpatlán. Sus hombres emboscaron a los agentes ministeriales que habían ubicado su domicilio.
Se afirma que a partir de entonces se refugió en la zona serrana. El jefe de plaza del Cártel Jalisco, El Toñín, aprovechó el vacío para tomar el control de más de cien kilómetros de territorio que atraviesa el gasoducto de Petróleos Mexicanos.
El gobierno de Puebla, a través de su secretario de Seguridad Pública, ha negado que el Cártel Jalisco esté operando en la entidad.
La Coparmex, sin embargo, admitió la presencia de este grupo delictivo y externó su preocupación: los empresarios, dijo el líder de la Confederación, creían que el crimen organizado sólo estaba de paso y ahora, a la vista de los hechos más recientes, han comprendido que Puebla es para los cárteles “un gran pastel”.
La presencia del Cártel Jalisco Nueva Generación fue detectada, hace un año, en 16 estados. Hoy los reportes del gabinete de seguridad la ubican en 20.
No hay duda que el cártel de Nemesio Oseguera, El Mencho, el más poderoso del país, ha realizado en Puebla su debut sangriento.