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EL CARTEL de SINALOA sigue MARCANDO TERRITORIO a PLOMO y le DA lo MISMO MATAR RIVALES,INOCENTES o MURCIELAGOS de las FUERZAS ESPECIALES

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EL CARTEL de SINALOA sigue MARCANDO TERRITORIO a PLOMO y le DA lo MISMO MATAR RIVALES,INOCENTES o MURCIELAGOS de las FUERZAS ESPECIALES

Tres escenas de horror, tres lugares distintos, y el mismo patrón: balas, cuerpos y silencio oficial. En Culiacán, un joven de apenas veinte años fue ejecutado sobre la banqueta en la colonia Esthela Ortiz de Toledo; los militares llegaron, acordonaron y se fueron con la rutina del forense bajo el brazo. A esa misma hora, otro cadáver yacía bajo el puente Manuel Clouthier, también en Culiacán. Le dejaron a un lado una lona con lo que parecía ser un mensaje criminal, como si hiciera falta firmar el crimen para que todos supieran quién manda.

Y mientras tanto, en Villa Juárez, Navolato, la violencia alcanzó niveles directamente demenciales: un adolescente de apenas 14 años, Alexis “N”, cayó abatido cuando convivía con sus amigos afuera de una vivienda. Un grupo armado llegó, no preguntó nada y disparó con armas largas. Cuatro adultos también salieron heridos: Luis Ángel, Victorino, Norberto y Carlos Fernando. Los casquillos quedaron regados frente a las motocicletas, y el Ejército solo alcanzó a poner cintas amarillas después del desastre.

Todo esto ocurrió en un mismo fin de semana, en la misma zona y bajo los ojos de los mismos reforzamientos que supuestamente “mantienen la paz”. Pero las calles de Sinaloa siguen rugiendo como siempre: autos con vidrios polarizados, convoyes en los caminos de terracería, y las balas que se escuchan mucho más que las sirenas. Los refuerzos parecen llegar tarde o peor: llegar para levantar los casquillos. El Cártel de Sinaloa sigue marcando su territorio a plomo, y los partes policiales se leen cada vez más como obituarios

 

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