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Antes de "El Mencho" estaba Oscar Orlando Nava "El Lobo" Valencia su poderoso patrón de quien recibía ordenes

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Antes de "El Mencho" estaba Oscar Orlando Nava "El Lobo" Valencia su poderoso patrón de quien recibía ordenes

“El Lobo” Oscar Orlando Nava Valencia fue el poderoso patrón del Mencho antes de la existencia del Cartel Jalisco Nueva Generación, todos originales de Michoacán.

Antes de el Mencho estaba Oscar Orlando Nava Valencia El Lobo 

Los Valencia tuvieron su fin se sabe por traiciónes internas de las cuales se acuso a la resistencia del famoso Ramiro Pozos “el Molca”,  México extraditó a “El Lobo” Oscar Orlando Nava Valencia, ex jefe del “cartel de los Valencia” o cartel de Milenio, a los EE. UU. Para enfrentar cargos de conspiración y tráfico de drogas ante el Tribunal de Distrito de Estados Unidos para el Distrito Sur de Texas.

En septiembre de 2012 la Policía Federal detiene en el Estado de México a Ramiro Pozos González, El Molca. Le aseguran un rifle AK-47 bañado en oro, que le había regalado el líder del Cártel del Milenio, Óscar Orlando Nava Valencia, El Lobo. Al ser presentado ante los medios, dirige amplias sonrisas a los reporteros y levanta los pulgares en señal de triunfo.

Luego detalla sin inmutarse un amplio repertorio de acciones criminales. El Molca —regordete, de 42 años, originario de Zapopan—  reconoce ser el fundador del grupo conocido como La Resistencia, una escisión del Cártel del Milenio surgida a la muerte de Coronel, la cual intentó apoderarse del sitio que había quedado vacío tras la muerte del narcotraficante.

En un video en el que El Molca es interrogado por agentes federales se detalla que el Cártel del Milenio (uno de los más antiguos del narcotráfico) fue expulsado de Michoacán tanto por golpes propinados por el gobierno, como por la invasión de una organización rival, que en poco tiempo infestó la entidad: Los Zetas. Para sobrevivir, el Cártel del Milenio terminó acercándose al de Sinaloa: Ignacio Coronel les permitió asentarse en Jalisco.

—Entonces se empieza a trabajar fuerte, empezamos a mandar dos o tres toneladas, hasta terminar en 35 o 40 —declara El Molca.

El interrogatorio al que Pozos González es sometido explica en unos trazos la violencia criminal que hoy sacude aquel estado.

—Cuando detienen a mi compadre El Tigre —dice Pozos—, empieza la guerra contra Los Torcidos o Los Cuinis, o Los Menchos… toda esa bola de torcidos.

—¿Es ahí donde viene la ruptura del Cártel del Milenio?… ¿Por qué se da? —le pregunta una voz.

—Porque detienen a El Tigre… y el que va [es decir, al que por jerarquía le corresponde tomar el poder] es el hombre de confianza de El Tigre y El Lobo, que es el Pilo [Elpidio Mojarro Ramírez]… pero Erick Valencia Salazar [uno de los descendientes de la familia fundadora del cártel], quiere poner a Mencho [Nemesio Oseguera Ramos]. Y Mencho quiere quedarse al frente, y nosotros decimos que no porque el único que sabía el manejo exacto de las cosas de El Lobo y El Tigre era Pilo. Y ahí nos dicen que entreguemos a Gerardo Mendoza, El Tecato o El Cochi, y no quisimos. Y Gerardo le mata unas gentes a Mencho en Tecomán y empieza la guerra…

En octubre de 2009, tras un enfrentamiento a tiros en una “narcogranja” de Tlajomulco de Zúñiga, El Lobo Nava Valencia es detenido por el ejército. Siete meses más tarde, su hermano El Tigre cae en poder de las autoridades. Un informe de inteligencia del gobierno de Jalisco relata que poco antes de ser capturados los Nava Valencia habían tenido serias dificultades con Ignacio Coronel. De acuerdo con la declaración de un miembro del cártel, “en una reunión El Lobo Valencia y Nacho Coronel casi llegaron a los golpes y Coronel quedó muy sentido. Quiso deshacerse de El Lobo, pero no se lo autorizaron. Cuando El Lobo fue detenido, gente de su hermano El Tigre quiso llegar con Coronel y tomar la rienda, Coronel les contestó: ‘A partir de esta fecha ustedes son contras’”.

Según el reporte de las autoridades estatales, allegados al Cártel del Milenio aseguraron que tras esa ruptura Coronel se acercó al encargado de la seguridad de El Lobo Valencia y lo convenció de que traicionara a su jefe. Prometió recompensarlo con el puesto ocupado por éste.

El encargado de la seguridad de El Lobo era Nemesio Oseguera Ramos, alias El Mencho. Aunque a la caída de El Lobo, El Mencho siguió trabajando al lado de otro miembro de la familia Valencia, Erick Valencia Salazar, alias El 85, otros jefes de peso en el cártel compraron la idea de que El Lobo había sido entregado por su subalterno: bautizaron al grupo de El Mencho como Los Torcidos, es decir, “los traidores”.

Continúa el relato de El Molca:

—Ahí empieza la disputa por el nombre de Milenio, porque ellos querían ser Milenio, y pues nosotros somos Milenio. Empiezan con que ellos eran Milenio y empiezan a detener gente en San Cristóbal; hay más de 40 detenidos que dicen que son Milenio pero es gente de Mencho y del Erick. Y empiezan las masacres, empiezan a levantarnos familiares y amigos que nos conocían y nos salimos de Jalisco y Colima. Ya después viene el apoyo de La Familia Michoacana y se creó un grupo que se llama La Resistencia que está conformado por gente de Los Altos, gente de Colima, gente de Jalisco, de Guadalajara.

La organización que Ignacio Coronel había encabezado, se resquebrajó. Nemesio Oseguera y Erick Valencia fundaron el Cártel Jalisco Nueva Generación, CJNG. Quienes se oponían a que El Mencho asumiera el liderazgo se agruparon en torno de La Resistencia, que encabezaban Ramiro Pozos, Lupe Vega y Elpidio Mojarro. El CJNG permaneció asociado al Cártel de Sinaloa: Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada encomendaron a El Mencho la tarea de reconstruir “el grupo Jalisco”. La Resistencia, por su parte, buscó el apoyo de La Familia Michoacana. Más tarde se asoció con Los Zetas. Los peores horrores en la historia de Jalisco estaban por sobrevenir.

El Molca explica a sus captores:

—Usted sabe que había dos líderes en Michoacán. Estaba El Chango [José de Jesús Méndez] y él fue el que único que nos dio el apoyo, en realidad fue de amigos, hasta con dinero llegó a ayudar. Y pues la idea era recuperar lo de nosotros y pegarle a El Mencho; pero se mete El Loco [Nazario Moreno] y quería que peleáramos con la Policía Federal y que peleáramos con Los Negros [se refiere, por el color de sus uniformes, a la policía estatal] y pues nosotros nunca hemos peleado con la policía, nuestra guerra era con la maña. Y entonces nos salimos de acuerdo y nos pegamos del lado de don Chuy, de El Chango.


El estado se convulsiona en estertores de violencia que dejan a su paso cadáveres espantosamente mutilados. La entidad es atravesada continuamente por convoyes de gente armada. Los grupos criminales controlan la vida en los municipios. En todas partes aparecen cuerpos con mensajes que se intercambian los narcotraficantes: “Jalisco libre de escorias”. Absorto en una guerra que al final del sexenio habrá dejado 120 mil muertos, el gobierno federal no voltea hacia Jalisco. “El mundo estaba pendiente de La Tuta, de El Chapo, de las figuras mediáticas del narcotráfico”, explica el fiscal general del estado, Luis Carlos Nájera. El gobierno del estado tampoco hace mucho. Al gobernador panista Emilio González Márquez (2007-2013) se le acusa de cerrar los ojos ante los síntomas de la violencia, de tolerar la presencia de Ignacio Coronel en el estado, de permitir —incluso, administrar— la expansión de los grupos criminales.

“Había una falta de presencia por parte del Estado”, reconoce el fiscal Nájera, encargado en el sexenio de González Márquez de la Secretaría de Seguridad Pública.

Nájera exhibe cifras de detenciones, de quema de plantíos, de narcolaboratorios desmantelados. Admite, sin embargo, que las fuerzas de seguridad estatales luchaban “en solitario”. “La policía municipal estaba aislada, expuesta, y a nosotros no nos alcanzaba para cubrir toda la entidad. Por eso era urgente crear una Fuerza Única”.

El 26 de marzo de 2011 policías estatales detienen en El Salto un vehículo sospechoso. Al volante viene una mujer de la policía municipal que exhibe su credencial para evitar que la revisen. Los agentes la notan nerviosa, proceden a la revisión del vehículo. Dentro del coche hay un hombre que esconde en la chamarra una pistola calibre .40, de las denominadas “Mata Policías” —pues perforan los chalecos antibalas. Otros dos pasajeros portan granadas y pistolas. Todos son miembros de La Resistencia. Entre ellos viene David Trujillo, el R-1, encargado de disputar al Cártel Jalisco Nueva Generación la plaza de El Salto.

La mujer policía termina delatando a ocho compañeros de la municipal. Dice que reciben mil pesos a la semana por brindar protección a La Resistencia. Cuando termina el interrogatorio, los estatales saben que los agentes municipales han “puesto” varios “trabajos”, incluida la ejecución de algunos jefes policiacos. Sabe que han ayudado a realizar secuestros y extorsiones. Entre sus obligaciones estaban: desviar la atención de la policía hacia otros sitios para que pasaran libremente “los dueños de la plaza”, servir de escudo a los miembros de La Resistencia que realizaban secuestros, y conducir armas o drogas a bordo de las patrullas.

El dinero venía directamente de Lupe Vega y era recibido y repartido semana a semana por el agente Antonio Sandoval.

El Salto se encuentra a unos kilómetros de la zona metropolitana. ¿Cómo serían las cosas en las regiones más apartadas de Jalisco?

Medio año atrás había causado revuelo entre la sociedad tapatía un video subido al sitio electrónico “El blog del narco”. Dos hombres golpeados, semidesnudos, con las manos amarradas y sentados en sillas de plástico, aparecían en un cuarto pintado de verde. Los rodeaban hombres encapuchados y armados con rifles de asalto. “¿A cuánta gente han matado y descuartizado?”, les preguntaba alguien. Uno de los hombres golpeados respondía: “Yo, Lupe Vega y su gente, matamos al que apareció en El Quince sin orejas y sin ojos…”. El hombre efectuaba luego una larga confesión en la que desfilaban nombres y nombres y más nombres. Los nombres de miembros de La Resistencia. Los nombres de policías estatales y municipales que les daban protección.

La guerra emprendida por los fundadores del Cártel Jalisco Nueva Generación dejaría ecos abundantes en la prensa: pequeñas notas dispersas en la sección policiaca que hablaban, en realidad, de “la limpia” que El Mencho y Erick Valencia estaban realizando en el estado. Aquí hay una elegida al azar: el 2 de enero de 2012 vecinos de Tlaquepaque oyeron el ruido de una camioneta y escucharon ladrar a los perros. Al amanecer, encontraron un cuerpo decapitado, envuelto en cinta transparente. La cabeza apareció en una bolsa de plástico. Junto al cuerpo había un mensaje: “Para la resistencia feliz año nuevo, recoge tu basura Lupe Vega”.

El fiscal Nájera asegura que en sus inicios el CJNG operó como brazo armado del Cártel de Sinaloa: “Sinaloa los enviaba a pelear a los sitios en donde estaba sosteniendo sus guerras: a Cancún, a Veracruz, a Tijuana… Eso era parte del acuerdo que hicieron”.


El cártel dirigido por El Chapo Guzmán libraba en ese tiempo una lucha con Los Zetas que dejaba en ruinas y en llamas amplias porciones del país. Los Zetas, ex militares que comandaban el cártel más violento del país, tenían los ojos puestos en Jalisco desde la muerte de Ignacio Coronel.

El 20 de septiembre de 2011 sicarios que viajaban en varias Suburban negras abandonaron dos camionetas de redilas, de las conocidas como estaquitas, frente al centro comercial Las Américas, en la Zona Dorada de Boca del Río, Veracruz. Apilados en las estaquitas había 35 cuerpos. Los cadáveres de 23 hombres y 12 mujeres. Tenían el torso desnudo, estaban maniatados, algunos mutilados. Gobernación informó que según la Plataforma México los 35 fallecidos tenían antecedentes penales por secuestro, extorsión, homicidio o narcomenudeo. Un mando castrense reveló que los autores de la masacre habían estampado su firma en una cartulina: “Cártel Jalisco Nueva Generación”. En la cartulina había un mensaje que los militares no dieron a conocer.

Una semana más tarde, un grupo que se autodenominó “Los Matazetas” difundió en redes sociales un video. En éste, cinco hombres vestidos con playeras, guantes y capuchas negras, que aparecen sentados detrás de una mesa con mantel blanco, botellas de agua y un micrófono, piden disculpas por la violencia que han desatado en el puerto. “La intención era darle a saber al pueblo veracruzano que este flagelo de la sociedad [Los Zetas] no son invencibles y que ya no se dejen extorsionar”, dice el más robusto de los conferenciantes. Ese mismo personaje señala que “Los Matazetas” han llegado a Veracruz para terminar con la inseguridad: “Nuestro único interés, como objetivo, son el Cártel de Los Zetas, por lo que respetamos a las fuerzas armadas, comprendemos que no pueden actuar al margen de la ley… y condenamos a los malos servidores que con su apoyo hacen que este flagelo de la sociedad siga haciendo daño”.

El encapuchado afirma que para erradicar a Los Zetas le es necesario luchar en igualdad de condiciones, y para ese efecto pide que los funcionarios y autoridades que los apoyan dejen de hacerlo. “Que la sociedad esté segura que nosotros ‘Los Matazetas’ no extorsionamos, no secuestramos y nunca afectaremos el patrimonio nacional… Somos guerreros anónimos, sin rostro, pero orgullosamente mexicanos”.

La transferencia de la custodia de los funcionarios de AFI (Agencia Federal de Investrigación) a los representantes del Servicio de Mariscales de los Estados Unidos para Nava Valencia se llevó a cabo el 27 de enero en el aeropuerto de Toluca, México.

Nava Valencia fue capturada luego de un tiroteo con tropas del ejército mexicano el 28 de octubre de 2009 en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco.

El molca es quien dio la mejor versión de lo que fue el cartel del Milenio como lo relato en su entrevista a la CNS de Felipe Calderón Hinojosa en 2012.

 

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