Además de las bajas y los heridos entre las tropas del ejército mexicano, sus activos vehiculares también se han visto mermados por la virulencia de los ataques, por la duración de los enfrentamientos y, sobre todo, por el poder de fuego de los tiradores del crimen organizado.
En los últimos meses, la metralla descargada contra las camionetas pick up Cheyenne del ejército -primeras en acercarse y enfrentar los ataques de los cárteles que han cambiado su estrategia y ahora emboscan a las fuerzas federales – ha puesto fuera de circulación a decenas de automotores militares.
Son al menos 80 unidades operativas de este tipo que requieren atención urgente para seguir adelante con los patrullajes, con las labores de vigilancia y con las misiones de captura de blancos prioritarios en lo que es ya el último tramo del actual gobierno.
Hasta marzo de este año, la Sedena documentaba 63 agresiones sufridas por su personal a manos de integrantes de la delincuencia organizada. En su portal de internet, la secretaría no informa sobre las pérdidas materiales en la guerra contra el crimen organizado. Solo da cuenta de la pérdida de vidas humanas en sus filas.
Pero las pérdidas materiales son reales y han mermado una parte del parque vehicular que se emplea para combatir al narco. En mayo y junio de este año, la Ensambladora Militar perteneciente a la Dirección General de la Industria Militar (DGIM) lanzó una Licitación Pública Nacional para buscar proveedores de parabrisas blindados y proveedores de placas de acero balístico para sus unidades.
El ejército busca también quien le venda al mejor precio y con las mejores con las mejores condiciones del mercado, “vidrio blindado curvo” para colocarlo en las puertas de las camionetas y en la parte trasera.
Sin embargo, de los 80 vidrios blindados para sus camionetas Cheyenne artilladas, solo 32 fueron licitados para resistir ataques con fusiles automáticos calibre 7.62 x 39, 7.62 x 51 y 7.62 x 53 milímetros, que corresponden a armas largas AK-47. Estas piezas fueron solicitadas por la Sedena con Nivel III o STANAG 4569, NIJ (STD 01801.01, Nivel I.
Este tipo de blindaje puede resistir ataques con granadas de mano y soporta explosiones de minas personales que puedan hallarse debajo de los asientos de piloto y copiloto.
Estas 32 unidades Cheyenne son las que encabezan los operativos urbanos y los convoyes carreteros del ejército, de ahí el nivel de blindaje y las características exigidas por la Sedena.
El resto de los cristales balísticos -48 piezas- tendrán nivel NIJ (STD 0108.01) Nivel III, que les permitirá resistir solo ataques con armas cortas calibre .38 Especial, 9 mm Parabellum, .45 mm FMJ, .357 Magnum, .44 Magnum y fuego de subametralladoras calibre 9 milímetros.
El ejército mexicano tiene más de 4 mil camionetas pick up, siendo las Cheyenne las de mayor uso. En 2007, cuando Felipe Calderón comenzó la guerra contra el narcotráfico, la Sedena reportaba 6 mil 210 vehículos de combate, 2 mil 783 vehículos de reconocimiento (la mayoría Hummvees y carros ligeros de exploración), 2 mil 843 para transporte de personal y otros 590 para diversos propósitos.
El inicio de la guerra al narco y de las Operaciones Conjuntas, obligó al gobierno mexicano a realizar compras de unidades ligeras para que las tropas se desplazaran con mayor rapidez y en grupos reducidos, para responder con una nueva dinámica contraofensiva de los cárteles.
Así, en 2007 comenzaron las compras masivas de camionetas tipo Cheyenne, RAM y otros modelos a los que se les colocaron estructuras tubulares y se les montaron sistemas de armas para enfrentar al crimen organizado en zonas urbanas y carreteras.
En 2007 la Sedena compró tres lotes camionetas Cheyenne; uno de 280 unidades de Cabina Extendida, 4×4, otro más de 150 unidades de Cabina Extendida, 4×4, y uno más de 15 camionetas Cabina Regular, 4×4.
En 2008 el ejército hizo la compra más importante de este tipo de unidades, al adquirir cuatro lotes de camionetas Cheyenne; el primero fue de 94 unidades, el segundo fue de 43 unidades, luego otro más de 30 camionetas y el último, el más grande, de 2,000 vehículos Cheyenne (360 Doble Cabina y 1,640 de Cabina Regular).
En mayo de 2014, el entonces senador Fernando Yunes Márquez daba cifras sobre el parque vehicular del ejército a raíz de una serie de accidentes carreteros que acababan de cobrar la vida de varios soldados.
Yunes demandaba mayor presupuesto para comprar unidades más seguras para la tropa. Citando un documento militar, el senador revelaba que la Sedena contaba con:
. 2, 441 vehículos de transporte de personal, de 6.5 toneladas
. 2, 224 vehículos de reconocimiento tipo Hummvee
. 3,549 camionetas tipo Cheyenne 4×4
. 482 camionetas RAM 4×4
. 62 camiones tipo tractor
Total en 2014: 8 mil 778 unidades de transporte, de reconocimiento y de carga (no de combate).
Además de licitar parabrisas blindados y vidrios laterales para una parte de sus camionetas Cheyenne, la Sedena busca proveedores de placas de acero balístico para proteger sus unidades tácticas.