Durante meses, ninguna autoridad se metió con él, pero el 22 de septiembre, en una balacera que se prolongó siete horas, agentes federales y militares capturaron a Yhovany Castro Urbano, El Duende, presunto jefe de plaza del Cártel de Jalisco Nueva Generación en la Región Valles. La Procuraduría General de la República no dio los pormenores del operativo, sólo informó que junto con el capo fueron capturadas tres personas más, quienes fueron remitidas al Cefereso de Matamoros, Tamaulipas.
Durante meses, Yhovany Castro Urbano, El Duende, se paseó por este municipio y zonas aledañas sin que los cuerpos policiacos ni las tropas del Batallón 32 de Infantería de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) asentado aquí, a menos de 80 kilómetros de Guadalajara, se metieran con él.
Pero el pasado 22 de septiembre, luego de un enfrentamiento que se prolongó durante siete horas, tropas de élite y policías federales capturaron al Duende, de 27 años, presunto jefe de plaza del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la Región Valles.
El operativo se realizó en el poblado San Antonio Matute, ubicado al centro del municipio de 5 mil habitantes, y en él participaron tropas de la Sedena que tendieron un cerco en torno de la Escuela Normal Experimental, apoyados por helicópteros de la dependencia.
En esa región, sicarios de los cárteles del Golfo, de Sinaloa, así como el grupo conocido como La Corona, Los Zetas y el CJNG –que tiene el control– mantienen enfrentamientos periódicos pese a que elementos de la Fuerza Única Regional (FUR) y militares reforzaron la vigilancia y hoy custodian veredas y caminos.
No obstante ese despliegue que permitió la captura del Duende, las fuerzas federales no han podido atrapar a Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, líder del CJNG. En la zona, según los lugareños, hay una “guerra” de la que nadie habla. Aquí, dicen, los delincuentes presuntamente arman sus volantas, intimidan a la gente y suelen decir que reforzarán sus bandas.
Un dirigente político estatal, quien pide omitir su nombre, comenta a Proceso Jalisco que, después de la captura del Duende, un grupo de presuntos pistoleros detuvieron su vehículo y tras revisarlo le advirtieron que debía andarse con cuidado y circular a baja velocidad; también le comentaron que estaban ahí para reforzar la plaza.
Según las autoridades, El Duende era sucesor de Humberto Acevedo Cárdenas, El Gringo o El Güero, quien fue abatido el 23 de marzo pasado en Zacoalco de Torres, durante un enfrentamiento con elementos de la FUR.
El Gringo, a quien se le atribuían las muertes de cuatro militares en una emboscada ocurrida en el municipio de Guachinango el 12 de mayo de 2014, era el jefe de célula del CJNG en Tlajomulco de Zúñiga, Cocula, Zacoalco de Torres, Tapalpa y Atemajac de Brizuela, y era considerado el presunto lugarteniente del Mencho.
En el ataque a las tropas de la Sedena en mayo de 2014 participó El Duende, a quien la Procuraduría General de la República (PGR) le atribuye el asesinato de 15 policías estatales en la emboscada del 6 de abril de este año sobre la vía a Puerto Vallarta–Mascota, en el municipio de San Sebastián del Oeste, en represalia por la muerte del Gringo.
También se le relaciona con la desaparición del regidor de Teuchitlán, Rafael Rodríguez Gómez, según informó el fiscal general, Eduardo Almaguer, quien detalló que El Duende cuenta con varias órdenes de aprehensión por delitos como homicidio, robo, extorsión, secuestro, ordeña de combustible, producción de drogas y delincuencia organizada.
El pistolero tenía su madriguera en un rancho cerca de la Escuela Normal Experimental de San Antonio Matute, donde fue capturado. Solía circular acompañado de un convoy de tres o cuatro vehículos en los cuales iban sus hombres de confianza, quienes exhibían sus armas para intimidar a la población, sostienen varios de los entrevistados.
Algunos habitantes respetaban al Duende porque, según relatos, “desapareció” a delincuentes menores y ayudó a que los robos a casas-habitación y a transeúntes disminuyeran desde que llegó a la zona.
No obstante el arresto del pistolero del CJNG y la presencia de tropas de la Sedena en la cabecera municipal, el sacerdote Salvador Ortega, de la parroquia de Santo Santiago Apóstol, sigue recomendando a los feligreses llegar temprano a sus casas, rezar y cuidar a su familia.
Margarito Oliva Pacheco, quien fue alcalde hasta el 30 de septiembre, y su director de Seguridad Pública, Ramón Navarro Uribe, guardan silencio cuando se les pregunta sobre la violencia en la zona y sobre la fama del Duende.
Los excesos de la FUR
En Tala, municipio vecino, los lugareños se quejan de la FUR porque, dicen, sus agentes están capturando a gente inocente.
La señora Edna Vega denuncia que agentes de esa corporación detuvieron de manera arbitraria a su esposo, Martín González Moreno –un vendedor de teléfonos celulares y autos usados importados de Estados Unidos– en septiembre de 2014. Tras martirizarlo, comenta, lo acusaron de ser jefe de plaza del CJNG. Hoy, González Moreno está recluido en el Cefereso 2 de Puente Grande.
No obstante, Navarro Uribe asegura que la zona es tranquila. “Aquí tenemos mucha vigilancia –dice–. Tropas del Batallón 32 de Infantería patrullan día y noche la zona. Por eso todo está tranquilo”.
La víspera de que dejara la Dirección de Seguridad Pública de Ameca, los reporteros preguntaron a Navarro Uribe por qué nadie molestaba al Duende, quien solía pasearse armado por la región, sobre todo en las inmediaciones del Centro Universitario de Valles de la Universidad de Guadalajara.
Navarro Uribe respondió: “Nos comunicábamos al cuartel, pero antes íbamos nosotros primero a verificar si era cierto. Pero cuando llegábamos al lugar ya no había nadie… nosotros somos preventivos y rápido nos comunicamos al 32 Batallón; ellos nos prestaban el apoyo siempre. Y si andaba gente armada en camionetas, ellos acudían”.
Según el entrevistado, el 22 de septiembre la FGE le pidió acudir a San Antonio Matute “para ver si era cierto que había un enfrentamiento. En cuanto llegamos al lugar, (los militares) nos dijeron que no había nada, que andaban haciendo un operativo y que no podíamos entrar”.
Dijo que no supo si hubo muertos, lesionados, ni tampoco cuántos presuntos delincuentes fueron detenidos. Sólo supo, dice, que había 15 elementos de la Sedena en dos camionetas, una Hummer y una Cheyenne, en la entrada al poblado.
“No nos dejaban arrimar por ningún lado. Por donde quiera estaba rodeado de gobierno, pero de ellos. Después llegaron la Marina, pero nomás ellos entraron; de los municipales y de los de la fiscalía nadie entró. Supimos por la televisión lo que pasó”, declaró Navarro Uribe.
Uno de los habitantes de Ameca relata que entre junio y julio, elementos de la FUR intentaron capturar al Duende. Una vez incluso prendieron fuego a un cañaveral en el poblado de Buenavista para obligarlo a salir, luego de su presunta participación en el derribo del helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana en Villa Purificación el 1 de mayo.
Esa versión fue avalada por el subdirector operativo de Ameca, Jesús Dávalos Tapia.
La balacera
A las 7:05 horas del 22 de septiembre, personal de la Escuela Normal de Ameca comenzó a escuchar disparos.
“Al principio pensamos que eran cuetes, pero luego supimos que eran balazos. En ese momento se corrió la voz entre los maestros para que dijeran a sus alumnos que si seguían los balazos se tiraran al piso. Todos estábamos asustados.
“A los 10 minutos comenzamos a escuchar los helicópteros. Eran tres. En uno de ellos vi a un soldado que tenía su arma apuntando hacia abajo. Luego se escucharon varias ráfagas en los alrededores. Le pedí a un conserje que le dijera a los alumnos cuyos salones están al lado del arroyo, que es donde se escuchaba la trifulca, se fueran a los salones centrales”, cuenta una profesora.
Sin embargo, algunos prefirieron salir del plantel. Eso provocó los reclamos de algunas madres, quienes culparon a los maestros de “no saber manejar la situación”.
Y aunque la profesora intentó defenderse, terminó por admitir que hubo desaciertos: “Algunos chicos se nos escaparon. Ellos dicen que vieron cuando bajó el helicóptero, por lo que se regresaron a la sala de danza; otros tuvieron ataques de pánico. Por fortuna todos están bien”.
Al final, maestros, personal administrativo y alumnado abandonaron el plantel. Algunos dieron un aventón a los estudiantes; “lo bueno es que los soldados y los policías federales les permitieron pasar el retén”, comenta la profesora.
Alrededor de las 15:00 horas los helicópteros se retiraron. Al día siguiente no hubo clases. San Antonio Matute se convirtió en un pueblo fantasma.
El 25 de septiembre, cuando los reporteros se dirigían al rancho del Duende, uno de los pobladores de San Antonio Matute les comentó que el camino estaba bloqueado por militares; se quejó porque, dijo, le impedían pasar a alimentar al ganado del rancho del Duende.
“Como urgía ir a dar de comer a los animales –dice– rodeé el cerro y me di cuenta que los soldados soltaron cuatro caballos finos. Fue un error porque empezaron a pelearse por una yegua que está en celo.”
Pero cuando los militares lo descubrieron, presuntamente comenzaron a golpearlo en las costillas. Cuando los reporteros le pidieron mostrarle las heridas, el joven se negó; afirmó que “ya habían desaparecido”.
Al preguntarle si hubo muertos durante la trifulca, respondió que vio cuando las tropas se llevaron del lugar unos bultos en bolsas negras. “Quizá eran cuerpos”.
Después de la balacera y captura del Duende la PGR emitió un comunicado en el que informa que el presunto jefe de plaza del CJNG fue consignado junto con Carlos Castro Mendoza, Héctor Ismael Maldonado Galindo y Roberto Téllez Pérez, presuntos sicarios de la organización, por el delito de posesión de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército y por portación de cartuchos.
Según la procuraduría, los detenidos fueron enviados al Centro Federal de Readaptación Social número 3 de Matamoros, Tamaulipas, donde quedaron a disposición del Juzgado Tercero de Distrito de Procesos Penales Federales en Jalisco.
Y aunque el documento no menciona si hubo muertos, vecinos de San Antonio aseguran que algunos agentes subieron varios bultos a una camioneta del Servicio Médico Forense.