Jefe de sicarios del Cártel de Sinaloa. José Rodrigo Aréchiga Gamboa, ‘El Chino Ántrax‘ fue detenido en el aeropuerto de Ámsterdam, Holanda en diciembre del 2013.
“La aprehensión del narcotraficante y jefe de la célula de gatilleros apodada Los Ántrax fue durante su llegada a esa región de Europa. No se ha especificado si se debió a que llevaba consigo drogas o armas, o si ya lo esperaban las autoridades de aquel país.
“Aréchiga Gamboa tiene su centro de operaciones en Culiacán, en el sector sur de la ciudad, y trabaja para Ismael Zambada García, El Mayo, uno de los jefes del cártel”.
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Una persona tan egocéntrica y narcisista así es el asesino del "Chino Antrax". Se volvió un peligro para esa organización de los grandes narcotraficantes como el Chapo Guzman y el Mayo Zambada.
En las calles de Sinaloa se dice que sus propios jefes lo pusieron.
El Chino Antrax, así como los hijos del “El Chapo Guzmán” y de Ismael “El Mayo Zambada” presumen sus lujos, negocios y andanzas por el mundo. Sin embargo, él siempre borró sus rostro de las fotografías. Haciendo alarde de las lujosas comodidades que se daba con el dinero de las familias extorsionadas, asesinadas, cobro de piso, violaciones, mutilaciones, secuestros y desapariciones.
En su cuenta de Twitter @comandante57_ dice: “comandante ántrax gente nueva el oriental el R el mas solicitado escarface sinaloense,fanatico alas armas al 100 con los zambada estas conmigo o estas con dios… en el infierno los miro”.
Su último tuit fue el 14 de septiembre del 2013.
Adicto a las redes sociales
Puede que Rodrigo Aréchiga Gamboa sea uno de los capos más temidos del cartel de Sinaloa en México, un profesional del crimen que construyó un imperio ilegal y por años logró evitar a sus enemigos. Pero el Chino Ántrax tenía una debilidad desconocida: era adicto a las redes sociales. En su Twitter, donde advierte “estás conmigo o estás con dios”, no pudo resistir la tentación de subir cualquier cantidad de fotos de sus viajes, sus yates y sus pistolas bañadas en oro. La Policía solo tuvo que seguir su cuenta para saber su paradero.
Por raro que suene, Ántrax es apenas uno de los tantos narcotraficantes que caen por culpa de su propia exposición en la redes, aunque se murmura que pudieron haber sido sus mismos jefes los que lo pusieron en manos de las autoridades.
Aunque la mayoría de los capos son discretos y más cuando se trata de páginas como Facebook, Instagram o Twitter, sus hijos y sobrinos no lo son tanto. Así fue como cayó en noviembre en Nogales, Arizona Ismael el Mayo’ Zambada, prófugo cuya cabeza tenía una recompensa de 5 millones de dólares. Su hijo, Serafín Zambada, delató a su padre con fotos de rifles AK–47 cromados en oro, fajos de billetes y hasta un carro último modelo con un oso de felpa gigante encima. Los “narcojuniors”, como llaman a la nueva generación, han hecho de las redes sociales los nuevos terrenos de caza.
El Cisen, organización de inteligencia en México, obtiene gran parte de su información de los perfiles que los narcos publican abiertamente, llevados por la falta de recato y el afán por transmitir poder. “En el fenómeno del tráfico de drogas se suele apreciar la necesidad de los actores involucrados por reafirmar la valía personal. Una forma de exhibición de lo que consideran sus logros y riquezas materiales es permitido precisamente por la capacidad de difusión de imágenes que representan estas tecnologías” le dijo a SEMANA Carlos Flores.
Casos como el de Broly Banderas, sicario del Cartel de los Templarios de Michoacán, quien exhibía en una foto sus armas en una camioneta blindada con una persona amordazada en el puesto de atrás, demuestran que el afán de ostentación está por encima de todo. Incluso de la propia libertad.