De este hombre no se tienen mayores datos, sin embargo se sabe que logró escalar en la estructura del cártel de los hermanos Arellano Félix, después de la fuga que se registró el 14 de abril de 2004 de la penitenciaría del estado, situada en La Mesa.
Las autoridades, en aquel entonces dieron a conocer los nombres de tan sólo cinco fugados, desconociéndose si a alguno de éstos corresponde la identidad del 7-7.
Los fugados en aquel entonces fueron: Fausto Sánchez González, alias El Tigre, detenido por delitos contra la salud y secuestros, Héctor Flores Esquivias, alias Felipe Flores Esquivias, conocido sicario y narcotraficante involucrado en la matanza de El Sauzal.
Luís Alberto Salazar Guadalupe, alias “El Bolas”, sicario y secuestrador; Luís Chávez García, secuestrador y asaltante, así como Jorge Ruvalcaba Verduzco, procesado por homicidio.
El “Siete-Siete” posteriormente se hizo cargo de la logística para la seguridad de la fiesta de cumpleaños que se llevó a cabo en Rosarito, el miércoles 21 de junio de 2006, para Francisco Javier Arellano Félix, alias “El Tigrillo”.
Esta reunión, a la que acudieron: “El Buda”, El Nalgón, el P1, El Caballo y otros de los “jefes” de la organización Arellano Félix, se llevó a cabo en un rancho de la vecina ciudad y para no tener problemas, se afirma que se hicieron llegar casi 50 mil dólares a un “comandante” de la policía municipal de ese lugar, ya que se estableció que “no habría problemas, sin embargo estarían varias personas armadas por los alrededores.
En la logística para la seguridad, se incluyó a sicarios en casi 300 vehículos que durante todo el día y de manera indistinta, estuvieron “patrullando” por varias partes de la ciudad, además de estacionados en sitios estratégicos, a varios kilómetros a la redonda.
Sin embargo, el encargado de evitar que se presentaran policías al lugar, al parecer “no repartió” el dinero, considerando que si algo ocurría, podría intervenir en el momento adecuado.
Vecinos de la zona, se alarmaron por la presencia de hombres armados “y sospechosos” por lo que avisaron a la policía, la cual atendió el llamado, mediante un par de uniformados que se encontraron con supuestos “AFIS”, quienes les indicaron que se retiraran del lugar, ya que estaban en un “operativo” importante.
En el rancho se disfrutaba de carne de chivo y de dos conocidas bandas de música grupera, cuando los oficiales se retiraron pero regresaron con otros más, sin medir la magnitud de la presencia de los comandos en los alrededores.
Eran tres policías y un civil quienes estaban en el sitio, cuando la situación se salió de control y los sicarios asesinaron a los uniformados.
Luego los decapitaron y los fueron a “tirar” a una zona en despoblado en Rosarito, en tanto que las cabezas las arrojaron en Tijuana.
Las autoridades a nivel central los identificaron como: Ismael Arellano Torres, de 36 años; Jesús Hernández Ballesteros, de 42, y Benjamín Fabián Ventura, de edad desconocida, además de Fernando Aguilar, residente en Arizona, Estados Unidos.
También sugirieron la autoría de estos hechos criminales a homicidas de los “Mara Salva Trucha”.
Arellano Félix logró huir, bajo la protección de sus lugartenientes y en el sitio se quedaron: su lujosa unidad y varios de los carísimos regalos que le hicieron los “capos”, entre éstos un arma de las conocidas como mata-policías, de las cuales, para ese entonces no eran muy comunes en la zona y que según esto le obsequió uno de los más fuertes “movedores” de drogas en la región.
El Siete-Siete siguió avanzando en los afectos de sus “jefes” hasta llegar a convertirse en el hombre más cercano del “ingeniero”, al cual le han venido capturando a sus principales colaboradores.
El Siete-Siete quedó tirado en la zona del crimen, ese sábado 26 de abril del 2008, sin embargo algunos de los integrantes del comando, se regresaron para recogerlo, lo cual hicieron cuando ya se encontraban elementos policíacos custodiando la zona.
A la advertencia de que se llevarían a este hombre, los uniformados no opusieron ninguna resistencia, según se pudo saber, ante el temor de morir también asesinados.
Una versión dice que todavía estaba vivo y que fue llevado hasta el hospital de la colonia Herrera, donde se enfrentaron los sicarios contra elementos de la PEP, ahí se dice que murió Juan Carlos Ramos Cortés.
Tampoco se sabe si se trata de éste, las autoridades, tras los hechos referidos, informaron oficialmente que el saldo de esa cruenta balacera, fue de:
13 sicarios muertos, de los cuales siete fallecieron en el mismo lugar de los hechos, otro en la colonia Buena Vista, dos en la colonia Herrera, en el enfrentamiento con elementos de la Policía Estatal Preventiva y otros tres en diversos hospitales.
Los muertos, identificados son: el policía comercial, Sergio Leonardo Jiménez Domínguez; Ismael Gastélum Escalante, de 25 años de edad; Raúl Castro Sánchez, de 24 años de edad y José Alberto Guevara Cruz, de 21 años.
También se informó de por lo menos diez personas lesionadas, entre éstas una mujer. De éstos fueron identificados:
Víctor Giovanni Loaiza, el militar de 24 años de edad; Alfredo Delgadillo Solís (El Máquinas) de 27; Ana Jennise Heredia González de 23; José Luís Carrillo Hueyotlipan de 22 y Andreo Armando Córdova de 21. Además: Alejandro Martínez Ruiz de 19 años de edad; Roberto González Barcena de 37; Alberto Uribe Guevara de 23; Luís Moreno Rodríguez de 21 y Carlos León Rojas de 29.
Por otra parte, fueron declarados “desaparecidos”, los agentes estatales, Eduardo Logan Rojas, con seis años dentro de la corporación y José Valentín García Topete, quien ha sido señalado extraoficialmente como el “encargado de la logística” de El Teo, según las averiguaciones que elementos federales realizaban desde hace varios meses en torno a este policía ministerial.