Ajoya se ha convertido en una zona de violencia, por lo que sus habitantes exigen al gobierno que no los abandonen
San Ignacio, Sinaloa.- Una vez más los pobladores de Ajoya, en San Ignacio, vuelven a sufrir los efectos de la violencia, y amenazan con dejar esta sindicatura convertida en pueblo fantasma.
Tras la cruel matanza del 10 de mayo del 2012, Ajoya perdió el 80 por ciento de su población, las casas en su mayoría han comenzado a caer por el paso de los años y el abandono de sus dueños, quienes prefirieron huir después de este hecho, ante el temor de perder la vida; además de eso, se soltó una ola de secuestros que dejó a varias personas sin vida y otras más sin su patrimonio de toda la vida.
SE REVIVE EL TEMOR
En la actualidad, son muy pocas las personas oriundas del lugar que ahí residen, pues con los desplazamientos que se han ido dando desde las comunidades de los altos, la población aumentó considerablemente, pues se estima que a la fecha existen por lo menos 70 familias que provienen de distintos poblados, de donde fueron desplazados a partir del 2010.
Ahí habitan familias de La Ciénega, La Cebolla, Duranguito de Ajoya, El Rincón del Chilar, Güillapa, entre otras, quienes se encuentran habitando viviendas en mal estado, pero para quienes el destino es incierto, pues a raíz de los hechos violentos del pasado lunes, donde dos ganaderos fueron asesinados, el temor de continuar en ese lugar revivió, pues aseguran que algunas personas fueron amenazadas para que abandonaran el pueblo. Un día después de este hecho, los habitantes lamentaban que el Ejército hubiera hecho acto de presencia tan solo por unas horas y al día siguiente también, dejándolos solos por la noche.
“Nos dejaron solos a nuestra suerte. Esa noche no pudimos ni dormir pensando en quienes asesinaron a esas personas volverían, pensábamos que los militares iban a resguardarnos en la noche; con decirle que había quienes pensaban irse ese mismo día, pero como no había seguridad, prefirieron quedarse”, expresó uno de los habitantes.
CLAMAN PROTECCIÓN
Este miedo tan marcado se reflejó en que nadie ha querido salir de sus hogares, mucho menos del pueblo, pues no hubo quién se atreviera a llevar a la cabecera los documentos de Apolonio, quien fuera asesinado, para que recogieran el cuerpo en el Semefo, sino que fue hasta dos días después que estos fueron enviados en el transporte.
“Cómo vamos a salir, si no hay ni un solo soldado por las calles, tenemos mucho miedo, queremos que vengan y se instalen varios días como lo han hecho en otras ocasiones, que han estado en la plazuela. ¿Por qué se van y nos abandonan si saben que corremos peligro? Nosotros ya conocemos el miedo, pues ya fuimos desplazados de más arriba, es obvio que muchos queremos irnos”, manifestó otra de las habitantes.
Además, la falta de dinero hace que desistan irse del lugar. “¿A dónde quieren que vayamos? No tenemos dinero, ni siquiera podemos vender las vaquitas, estamos desesperados, necesitamos que nos ayuden, nos sentimos prácticamente secuestrados en este pueblo donde la gente prefiere callar su dolor.
Es angustiante ver a nuestros hijos y no saber su destino, no tenemos garantías, nos están dejando morir solos, definitivamente es un pecado vivir en estos lugares, donde ya no hay paz, donde nuestros ancestros nos dejaron pensando que todo sería igual que cuando ellos eran pequeños, no sabían ni imaginaban este infierno en el que hoy vivimos.
Solo pedimos que el gobierno no nos deje de la mano, que nos ayude por nuestros niños, ellos no tienen la culpa de todo lo que está pasando y de lo que aún falta por pasar”, puntualizaron.