Ahora si, llegan miles de Fuerzas Federales a defender a Uruapan, Michoacán del CJNG
La tensión en Michoacán alcanzó su punto más alto tras el asesinato de Carlos Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan. Como respuesta, el Gobierno Federal ha lanzado una ofensiva sin precedentes: el Plan Michoacán por la Paz y la Justicia, que reúne a más de 10 mil elementos del Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y la Marina para recuperar el control de la entidad y responder al clamor social de justicia.
Desde primeras horas del lunes, los primeros contingentes de soldados comenzaron a arribar a la XXI Zona Militar en Morelia. El general Juan Bravo Velázquez, comandante de la región, los recibió con un llamado firme: “extremen precauciones, el crimen organizado tiene capacidad de fuego”. La advertencia resonó entre filas disciplinadas que, a pesar de la tensión, reflejaban determinación y sentido de misión.
Un ejército por la paz: 10,506 agentes desplegados en Michoacán
El operativo federal contempla la movilización de 1,980 agentes adicionales del Ejército y la Guardia Nacional, que se sumarán a los 4,386 ya operando en el estado y a 4,140 más que serán reubicados desde zonas limítrofes. En conjunto, la fuerza operativa alcanzará 10,506 elementos, una cifra histórica para la región.
Los municipios de Uruapan y Apatzingán serán los principales puntos de concentración, al ser considerados de “alta prioridad” por las áreas de inteligencia y seguridad nacional. A la par, 1,781 marinos reforzarán la vigilancia en el océano Pacífico y en los municipios costeros de Lázaro Cárdenas, Aquila y Coahuayana, donde se han detectado rutas marítimas utilizadas por el crimen organizado.
Una reacción ante el dolor y la indignación social
El asesinato del alcalde independiente de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, marcó un antes y un después en la estrategia de seguridad federal. La noche del 1 de noviembre, un sicario de apenas 17 años lo atacó a quemarropa, impactándole seis balas de siete disparos. El joven agresor fue abatido segundos después por los escoltas del edil.
Las investigaciones de la Fiscalía General del Estado (FGE) apuntan a una disputa directa entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Caballeros Templarios, dos de las organizaciones con mayor presencia y violencia en la región. El crimen desató indignación entre los habitantes de Uruapan y colocó de nuevo a Michoacán bajo la lupa nacional e internacional.
El Operativo Paricutín y la nueva estrategia de seguridad
El despliegue forma parte del Operativo Paricutín, un esfuerzo coordinado entre Ejército, Guardia Nacional y Marina que busca desarticular a los grupos delictivos en el occidente del país. A diferencia de estrategias anteriores, esta nueva fase combina presencia territorial, inteligencia militar y colaboración directa con las comunidades afectadas.
En el Valle de Apatzingán, las fuerzas federales también reforzarán su presencia tras el reciente asesinato de Bernardo Bravo Manríquez, líder de la Asociación de Citricultores, presuntamente a manos de César Sepúlveda Arellano “El Botox”, cabecilla del grupo delictivo Los Blancos de Troya. Este crimen se suma a una cadena de atentados que han golpeado la economía agrícola y la seguridad de la región.
Michoacán: tierra de resistencia y esperanza
En las calles de Uruapan, los comercios cerraron temprano en los días posteriores al asesinato. Las familias salían antes del anochecer, los padres caminaban con cautela y las escuelas reforzaban su vigilancia. Pero con la llegada de los contingentes militares, la sensación de miedo comenzó a mezclarse con una tenue esperanza.
Los habitantes, acostumbrados a convivir con el sonido de los helicópteros y los convoyes armados, observan ahora cómo la presencia militar podría marcar el inicio de un nuevo intento por devolver la paz a una tierra golpeada durante años por la violencia y la impunidad.
El desafío del Gobierno Federal
El Plan Michoacán por la Paz y la Justicia no solo busca detener la violencia, sino también reconstruir el tejido social. La meta es clara: recuperar el control territorial, restablecer el orden y garantizar justicia para las víctimas. Sin embargo, el reto es monumental.
La historia reciente de Michoacán ha demostrado que la paz no se consigue únicamente con presencia armada, sino con inversión social, empleo, educación y confianza ciudadana. El Gobierno Federal enfrenta ahora el desafío de equilibrar fuerza y humanidad, estrategia y empatía, en una región que ha sido símbolo de resistencia, pero también de dolor.
Una nueva etapa en la lucha por Michoacán
Mientras los convoyes militares recorren las carreteras que conectan Morelia con Uruapan y Apatzingán, la gente los observa con respeto y cautela. Algunos aplauden, otros dudan, pero todos comparten un deseo común: que esta vez sí llegue la paz.
El despliegue de más de 10 mil agentes no es solo un acto de fuerza, sino una promesa del Estado mexicano de no abandonar a su gente. Una promesa que Michoacán, con su historia de lucha y esperanza, espera que se cumpla.
