La "Casa del cura narco" unos dicen que vive un sacerdote otros que a "El Viceroy" pero con tanquetas, camiones y lanzagranadas fue atacada por el ejercito
Le dicen la «casa del cura narco», porque hasta donde saben los vecinos; le pertenece o pertenecía a un sacerdote católico cuando en marzo de 2008 el ejército llegó en tanquetas y camiones y con armas largas y lanzagranadas atacó la vivienda ubicada en la colonia Rosario, debido a que ahí supuestamente se hallaba con sus sicarios, Vicente Carrillo alias «El Viceroy», heredero del Cártel de Juárez e hijo del Señor de los Cielos.
Otros, dicen y/o decían que quien ahí se resguardaba ahí, en vivienda se ubica en la esquina de las calles Méndez y 58 en una extensión de unos 300 metros cuadrados de construcción era el famoso capo Joaquín “El Chapo” Guzmán.
El 17 de julio de este año, una corte federal de Estados Unidos condenó al narcotraficante a cadena perpetua, más 30 años por 10 delitos
De lo que han estado seguros durante estos 18 años es de que ahí había un pez gordo, un cabecilla y por eso no descartan las versiones antes señaladas. Algunos eran unos niños, otros muy jóvenes cuando eso ocurrió, pero a pesar del tiempo y debido a que en la vivienda aún se observan los múltiples impactos de bala, no olvidan que el terror duró aquella vez alrededor de 5 horas; sobre todo porque inició ya entrada la madrugada de viernes en marzo del año citado.
Otro dato que conocen y en el que todos coinciden y recuerdan que se ventiló en los medios cuando ocurrió ese ataque, la casa era y no descartan que aún sea, propiedad de un sacerdote católico del cual dice desconocer y/o no recordar el nombre, ya que antes de ese hecho violento, la vivienda era cuidada por una familia a la que el sacerdote apoyaba con dinero, además de prestárselas ya que no tenían en dónde vivir.
“Estaba pegada a la de atrás la de la Privada de Terrazas, eran del cura narco las dos y esa familia, la mamá y los tres hijos vivían más bien en la otra, pero tenían acceso a la de la balacera, pues le daban mantenimiento y la limpiaban.
Desde 2008, o sea hace ya un poco más de 11 años ni el dueño ni nadie parece haberse vuelto a parar por el lugar. Parece que el tiempo se detuvo, asemeja una vivienda de zona de guerra. Y es que no sólo luce abandonada y con los impactos de grueso calibre en sus muros Y barandal, sino que tanto la puerta principal como el cableado eléctrico y todo lo que pudo haber quedado y que para algo sería, ha sido robado probablemente por ladrones y o adictos que viven cerca; dicen los vecinos de la casa de a un lado de apellido Armendáriz.
En entrevista con un carpintero del que se supo trabajó al interior de esa casa antes de los violentos hechos, pero que por precaución o miedo solicitó que se reserve su nombre, dada la magnitud de aquel ataque perpetrado por los elementos castrenses y al desconocer quiénes eran los que se ocultaban al interior de la vivienda, comenta que fue contratado por “el cura narco” unas cinco veces para realizar trabajos en madera al interior.
El artesano de la madera, dice que el sacerdote era buena persona, que él duda que se dedicara a cosas relacionadas con la delincuencia o que supiera que había prestado o alquilado la vivienda a criminales. Por eso él solo le dice el padre o sacerdote; sin embargo, no descarta que algo haya de cierto en las versiones, sobre todo porque al paso de los años el cura sigue desaparecido y no ha hecho nada por vender o remodelar la vivienda.
El carpintero dice recordar que el sacerdote no pertenecía a la diócesis, “no era diocesano, pues yo asisto a mi parroquia y conozco un poco del tema. Él mismo me comentó que pertenecía a una congregación de curas tipo misioneros o de alguna orden distinta y que por eso tenía que salir muy seguido de la ciudad”.
Recuerda que cuando trabajó para él, incluso en la ornamentación de un oratorio que había en el interior de la casa, el cura se ausentaba por temporadas largas y le mandaba los pagos con la familia a la que le tenía prestada la otra parte de la casa.
De aquel oratorio para el que el carpintero construyó un pequeño altar de madera y decoró con ese mismo material las paredes, además de fabricar cuatro bancas y un par de reclinatorios no queda nada. De hecho al interior no hay nada en absoluto, pues se puede ingresar sin problemas y luce completamente vacía, al grado de que ni siquiera se ve tan sucia como pudiera estar después de una década.
Pero después de aquella noche, madrugada de marzo de 2008; no se supo ya del sacerdote, quien había recibido la vivienda como parte de una herencia de un familiar. Aparte no hubo nadie más que se acerca o procurara, incluso pasado un tiempo, a darle mantenimiento incluso habitarla.
Y aunque nadie o muy pocos se atreven a ingresar a la misma, ya que se encuentra abierta y sin que nadie o nada la resguarde como ya se mencionó, el deterioro que se puede observar en su interior, aparte de los actos de vandalismo para robar el cableado y otros accesorios; podría considerarse mínimo.
Si bien en la parte de la entrada ahí a un rozón eso impactos de bala de alto calibre, la parte más sorprendente de llamativa que quedó ahí desde aquella fecha se encuentra en la fachada y el barandal de la casa habitación que desde ese día fue abandonada por completo.
Incluso comentan vecinos, entre ellos el carpintero mencionado, que ha habido quienes se interesen las dirigir la vivienda, sobre todo porque el terreno se encuentra en una excelente ubicación, pero no han podido dar con el dueño del mismo para intentar negociar.
Ni la autoridad informó en ese momento ni después, y los vecinos tampoco quisieron “investigar de más” por lo que hasta la fecha no se sabe ni quién era el “pez gordo” que se ocultaba en su interior esa noche de terror, ni que pasó con el dueño al que incluso sin haber conocido muchos recuerdan como “el cura narco”.