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Miguel Treviño Morales El Z-40. el sádico que entro a recamara de una mujer y le inyecto una dosis letal de Botox, la muerte fue rápida pero esa su propia suegra

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Miguel Treviño Morales El Z-40. el sádico que entro a recamara de una mujer y le inyecto una dosis letal de Botox, la muerte fue rápida pero esa su propia suegra

Para Treviño Morales, capo del cártel mexicano de la droga conocido como los Zetas, era un burdo experimento más en su búsqueda de nuevos métodos para matar.

Miguel Ángel Treviño Morales, el sádico líder de una de las más temidas organizaciones criminales, se puso junto a la mujer de mediana edad en la recámara de ella y le inyectó una letal dosis de Botox en una axila.

Su muerte fue rápida.

La víctima no pertenecía a un cártel rival. Era su propia suegra.

Así describió los hechos uno de sus lugartenientes en un testimonio que rindió recientemente en una audiencia de sentencia en un juzgado federal de Plano.

Dicha audiencia, después de la cual un ex miembro de los zetas fue sentenciado a cadena perpetua, ofreció un vislumbre de la vida al interior de la organización criminal responsable de gran parte de la violencia en la frontera y de los cargamentos de cocaína que llegaban hasta el Norte de Texas entre 2010 y 2015.

Varios exlíderes zetas rindieron declaración durante dos días luego de pactar acuerdos con los fiscales a cambio de sentencias menos onerosas.

Esos hombres, algunos de los cuales ahora llevan una vida tranquila en Estados Unidos, expusieron lo que vieron; hombres como José María Guizar Valencia, quien vio a Treviño Morales matar personalmente a muchos.

Su presencia exigió una cuidadosa vigilancia tanto adentro como afuera del pequeño juzgado federal en Preston Road.

Guizar Valencia, de 41 años, declaró que estaba presente cuando Treviño Morales mató a su suegra.

La sobredosis le causó un masivo ataque cardiaco a la mujer, dijo, que era lo que Treviño Morales esperaba que un médico forense declarara como causa de su muerte.

Posteriormente Treviño Morales convenció a su afligida esposa de que la policía federal era la que había matado a su madre, refirió Guizar Valencia.

Treviño Morales, quien alguna vez vivió en Dallas, aún no ha enfrentado la justicia, a pesar de ser uno de los asesinos más notorios de México.

Aparte de multihomicidio, Treviño Morales es reponsable de asociación delictuosa, narcotráfico y soborno de autoridades mexicanas, según fuentes judiciales.

Como jefe de los Zetas, uno de los cárteles más grandes que han operado en México, controlaba redes de tráfico de estupefacientes que iban desde Centroamérica hasta ciudades de todo Estados Unidos, de acuerdo con el Departamento de Justicia.

Jose Maria Guizar Valencia, uno de los lugartenientes de los Treviño 

Los Zetas eran tal vez el cártel más odiado de México, dice Howard Campbell, antropólogo de la frontera y experto sobre el narcotráfico por la Universidad de Texas en El Paso.

Conocido por sus actos de violencia extremos, el cártel mataba civiles inocentes en públicas masacres para infundir miedo en la gente.

También acribilló a estadounidenses, entre ellos a un agente federal, y se hizo de poderosos enemigos dentro de las estructuras de poder en México.

“Sus métodos terminaron siendo autodestructivos porque atrajeron demasiada atención y odio hacia ellos”, apuntó Campbell. “Eso mostró a otros cárteles que esa no era la forma de proceder, porque puede funcionar un tiempo, pero no por mucho tiempo”.

La audiencia en agosto concernía a un exlíder zeta de nombre Hugo César Román Chavarría, de 49 años, alias “El Vecino”, quien fue sentenciado a cadena perpetua el mes pasado.

Su implicación en el cártel, a decir de sus antiguos colegas, se extendió durante todo el tiempo en que los Zetas dominaron en el noreste de México.

Los Zetas eran lo bastante audaces para actuar contra estadounidenses, cosa que los cárteles evitan hacer por los problemas que les acarrea.

En septiembre de 2010, David Hartley fue abatido a tiros por integrantes de los Zetas mientras montaba un jetski con su esposa en Falcon Lake, cerca de la frontera con México.

La policía cree que la pareja texana se acercó demasiado a un negocio de drogas.

Y en febrero de 2011, los Zetas emboscaron y rociaron de balas a un SUV con placas diplomáticas en la que viajaban dos agentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en una transitada carretera de México.

Uno de los agentes, Jaime Zapata, de 32 años, perdió la vida y el otro resultó herido.

Ese era el comienzo de un año especialmente sangriento.

Hugo César Román Chavarría fue sentenciado a cadena perpetua por su vinculación con los Zetas.(Smith County sheriff)

El fiscal federal asistente Ernest González dijo al juez de distrito federal Sean Jordan en Plano que Chavarría y su exsocio, Mario Alfonso Cuéllar, eran los principales distribuidores de cocaína de los Zetas en Estados Unidos, y en Dallas en particular.

Cuéllar, conocido como “Poncho”, tenía su base en Piedras Negras, al otro lado del río Grande frente a Eagle Pass.

En su declaración, Cuéllar dijo que él se reportaba directamente con Treviño Morales y que le ayudaba a su jefe a lavar dinero producto de la droga a través de su negocio de carreras de caballos en Texas, Oklahoma y California.

Cuando las autoridades federales de Estados Unidos fueron por Cuéllar, en 2011 este accedió a cooperar.

Dos de sus distribuidores en Dallas hicieron lo mismo luego de que los investigadores dieran con ellos.

Esos hombres dieron a la DEA los códigos para rastrear los teléfonos de Miguel Treviño Morales y de su hermano Omar, información clave que fue transmitida a la DEA en la Ciudad de México, de acuerdo con los testimonios.

Un década de investigación

Chavarría, quien se había declarado culpable de un cargo de narcotráfico, era uno de 18 imputados en una acusación registrada en el Distrito Este der Texas, que a su vez es parte de uno de los más grandes procesos internacionales de narcotráfico en la historia de Estados Unidos, dicen las autoridades.

El caso abarca una década y más de 175 implicados de por lo menos cuatro países, entre ellos colombianos que producían la cocaína, y mensajeros que escondían el narcótico en casas de seguridad en Dallas.

A pesar de su largo compendio de crímenes, Miguel Treviño Morales sigue estando fuera del alance de las autoridades estadounidenses, mientras sus secuaces son procesados aquí y sentenciados a prisión.

Él y su hermano se encuentran en una penitenciaría mexicana, donde continúan dirigiendo sus operaciones de narcotráfico, según Padilla.

La razón de la tardanza en extraditarlo se desconoce. Un vocero del Departamento de Justicia no quiso comentar sobre el caso.

 

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